En nuestra piel podemos encontrar una infinidad de manchas. Estas suelen aparecer, sobre todo, en la zona del cuello y la cara, que son las más expuestas a la luz solar. Se conocen como manchas cutáneas aquellas zonas de la piel que presentan una diferencia de pigmentación; las más comunes suelen ser aquellas más oscuras que la zona normal circundante y, por eso, se denominan discromías hiperpigmentadas. Una producción excesiva de melanina, que es el pigmento que determina el color de nuestra piel, se depositará de forma uniforme en una zona concreta de la epidermis.
Existe una variedad de manchas, entre las que se distinguen las localizadas, como las manchas de la edad, con una forma ovalada, poco extensas y los bordes regulares. También, podemos encontrarnos con aquellas manchas difundidas, como el melasma, que son más extensas y con bordes irregulares. Las discromías suelen ser un problema estético muy difundido que, cada vez, puede causar más problemas e incomodidad, sobre todo a nivel estético. Además, alterarán el color natural de la piel y harán que parezca irregular y poco luminosa.
Dentro de las discromías podemos encontrar las hipocrómicas, que están caracterizadas por la ausencia de pigmento o la disminución del mismo. Algunas afecciones que se caracterizan por ello son el vitíligo, la Enfermedad de Vogt-Koyanagi-Harada, el nevus acrómico, albinismo, Piebaldismo, halo-nevus y las hipocromías post-inflamatorias. Por su parte, las hipercrómicas se dan cuando hay un incremento de la coloración de la piel.
Cuando la acumulación de melanina se da en la epidermis, la mancha se vuelve de un color marrón oscuro, mientras que si tiene un color azulado es que está a mayor profundidad. Dentro de estas hipercromías podemos encontrar: melanocitosis o mancha mongólica, nevus de Ito y de Ota, nevus de Becker, efélides, lentigos, manchas café con leche, melasma, síndrome de Bloch-Sulzberger e hipercromías post-inflamatorias. También, existen las discromías no melánicas, que son generadas por pigmentos externos, como pueden ser los tatuajes, las discromías por fármacos y por pigmentos exógenos.
Por tanto, el melasma es una discromía muy frecuente entre las mujeres. También, se le puede denominar cloasma o máscara del embarazo y se caracteriza por componerse de manchas de color marrón, distribuidas sobre zonas expuestas al sol. El melasma tiene la particularidad de ser bilateral y simétrico, además de no generar complicaciones en la salud. Eso sí, afectará a la apariencia de la persona. Las causas de este tipo de manchas no están muy claras, pero su aparición estará relacionada con una predisposición genética, sobreexposición de rayos UVA y UVB, algunos cosméticos y ciertos medicamentos. En la mayoría de los melasmas, hay distintos factores involucrados y en otros suelen ser desencadenantes los anticonceptivos orales, el embarazo y la exposición solar.
El tratamiento de las discromías debe ser adaptado según el tipo de mancha y su zona. Además, será muy importante saber que requiere unos plazos, por lo que llevará su tiempo que estas desaparezcan. También, cualquier tratamiento deberá combinarse con una adecuada protección de la piel contra los rayos UV. En ocasiones ni siquiera los tratamientos estéticos faciales son capaces de eliminar, de forma completa, las manchas marrones. Por eso, el objetivo será obtener una considerable disminución de la visibilidad de la mancha y un tono de piel más uniforme y luminoso. Para lograrlo, lo mejor será un programa específico que combine distintos factores.
Es muy importante inhibir la producción y la distribución de la melanina, estimular el recambio celular para eliminar las capas más superficiales de la piel y proteger eficazmente de los rayos UV. Cualquier programa de tratamiento deberá seguirse con constancia, manteniéndose, como mínimo, durante cuatro semanas. Además, deberá combinarse con una protección solar según el fototipo y la estación del año; el exceso de exposición solar no será nada bueno para las manchas en la piel. El tratamiento habrá que combinarlo con una rutina diaria, que consistirá en una limpieza con efecto exfoliante, que eliminará las células superficiales y hará que la piel luzca más luminosa. También, el tratamiento protector será importantísimo, previniendo la aparición de las manchas y el empeoramiento de las ya existentes.
Además de los mencionados, también puede existir un tratamiento intensivo, que será diferente en función del tipo de mancha. Para manchas difundidas, lo mejor será un sérum unificador. Para aquellas localizadas, lo ideal será una fórmula para aplicar específicamente. Todos estos tratamientos serán muy indicados durante la noche, combinado con un producto de acción hidratante.