Hace apenas unos días, Sara Carbonero iniciaba una nueva etapa. Tras un año de lucha contra el cáncer, la periodista decidía mostrar en su perfil de Instagram su nuevo aspectou nuevo aspecto. Con el pelo mucho más corto de lo habitual y diciendo adiós a su icónica melena, su aplaudido cambio de look la convirtió en un ejemplo de fortaleza contra la enfermedada enfermedad. "Luchadora", "maravillosa", "fuerte, como siempre" o "con la cabeza bien alta" fueron algunos de los muchos calificativos que le dedicaron usuarios anónimos en este post.
Una vez dado el paso, la presentadora ha continuado haciéndonos partícipes de su #slowlife en Oporto. Manteniendo esta renovada imagen, sus stories han seguido siendo una suerte de diario en el que mostrarnos sus planes con peques, con Martín y Lucas disfrutando del campo, o su reencuentro con amigas íntimas tras un largo periodo de encierro.
Después de esta tranquila jornada en la ciudad portuguesa en la que se instaló hace ya cinco años junto a Iker Casilla, Sara ha decidido volver a hacer referencia a su corte de pelo con un story en el que la vemos en primer plano, con rostro calmado y un pañuelo atado a la cabeza que utiliza como complemento. Una foto a la que, a pesar de estar en blanco y negro, le ha echado sentido del humor haciendo referencia a su naturalidad: "Qué filtro ni qué filtro".
Entre todos esos mensajes de cariño que recibió tras mostrar su nuevo aspecto hubo uno muy especial. "Y no hay luz más bonita que la tuya. Love you siempre", decía uno de los comentarios con más simbolismo de su tablón. Eran las palabras de Isabel Jiménez, su compañera de trabajo, íntima amiga y comadre, que se ha convertido en una de sus principales anclas en este último año.
Esta demostración de su amistad fue reconocida por la propia Sara Carbonero en una publicación en la que rescataba una foto de su paso por el hospital cuando le detectaron un tumor en el ovario en la que daba sus gracias eternas a la presentadora de Informativos Telecinco. "No me has soltado la mano ni un solo segundo. Cuando cambiamos los vestidos por las batas de hospital y nos echábamos la siesta apretujadas en la cama. (...) Ojalá nunca hubiéramos tenido que probar de esta manera nuestra amistad pero ahora sabemos que es indestructible, a prueba de golpes, cicatrices y cremas de verduras sin sal", le dedicaba.