Entre las estanterías de las droguerías y los supermercados, es muy habitual encontrarse con productos cosméticos que, en su etiqueta, se anuncian como ‘libres de parabenos’. Eso nos lleva a pensar, en primer lugar, que los parabenos se deben evitar, y en segundo lugar, que los productos que los llevan son peores que aquellos que se anuncian libres de los mismos. Sin embargo, ¿sabemos exactamente que son?
Es importante conocer exactamente qué son los parabenos, unos conservantes que se incorporan a los productos para evitar que se deterioren y así prolongar su vida en tiendas, así como proteger al consumidor de cualquier tipo de infección producida por un patógeno.
Hay tantos conservantes como problemas a enfrentar. Entre ellos están los antioxidantes, los antimicrobianos y los antifúngicos, que operan contra distintos patógenos; los parabenos son antimicrobianos y antifúngicos. Su uso está permitido en cosmética y se han usado durante más de 75 años: después del agua, es uno de los ingredientes más utilizados en las fórmulas cosméticas.
Si son tan utilizados, ¿cuál es el problema? Podríamos pensar que por las alergias, pero la verdad es que su incidencia es muy baja si la comparamos con otros conservantes; además, las pieles sensibles son bastante tolerables a este conservante, por norma general.
La cosa se torció hace 15 años, cuando un estudio estadounidense mostró la presencia de este conservante en muestras de tejido canceroso. Desde entonces, los parabenos se consideran seguros solo en concentraciones reducidas, que es la carga que incluyen los cosméticos; de hecho, todos ellos deben pasar antes por la Agencia Española del Medicamento, que es la encargada de comprobar que ningún producto cosmético que se venda sea dañino para la salud de cualquier consumidor.
Los parabenos están presentes en el maquillaje, las cremas, los champús o el afeitado, entre otros: se pueden identificar echando un vistazo en la etiqueta y leyendo sus nombres en inglés. Los más habituales son ‘methylparaben’, ‘propulparaben’, ‘butyparaben’ o ‘benzylparaben’; la concentración de estos conservantes suele ser del 0,1 o 0,3%. Se estima que los parabenos no son peligrosos hasta que no alcanzan el 25%.
Aunque las agencias de consumidores dicen que no hay pruebas para preocuparse por el uso de parabenos en cosméticos, la duda está servida, y muchos compradores prefieren comprar cosméticos lo más naturales posibles, para que nuestra piel solo absorba ingredientes seguros que aporten riqueza a la dermis.
En cualquier caso, hay decenas de conservantes y componentes que integran los productos cosméticos y que pueden resultar tanto o más peligrosos para nuestra salud. Es el caso del Fenol-Fenil, uno de los más habituales, un alcohol presente en las lacas del pelo que puede afectar al sistema nervioso, el riñón o la piel, o el aluminio, un metal antes muy habitual en los desodorantes que cada vez tiene menos presencia en los cosméticos. Parece ser que este componente está muy relacionado con el cáncer de mama, según explicaron a S Moda fuentes del CSIC.
Los colorantes, los aceites minerales o el diethanolamina, la espuma que se utiliza como detergente y que se integra en decenas de productos, pueden resultar problemáticos para la salud. Precisamente por eso, tantos consumidores deciden evitar riesgos innecesarios y desechar todos los productos que cuenten con parabeno.