Para hacernos la manicura nos encanta el esmalte de uñas permanente por el acabado, por lo difícil que es que se estropeen y por el tiempo que dura. La única pega es que la mejor forma de retirarlo, porque te has cansado, vas a cambiar de tono o te ha crecido demasiado la uña, es poniéndote en manos de un profesional de la manicura. Los compuestos químicos del esmalte permanente hacen que este no se despegue con facilidad, pero si ha llegado el momento de retirarlo y tienes que hacerlo tú misma no sufras, puedes conseguirlo sin estropear tus uñas siguendo una serie de pasos.
Es importante que cuentes con todo lo necesario para conseguir dejar tus uñas limpias de esmalte y sin que sufran ningún tipo de daño:
Cuando tengas todo lo necesario, prepara la zona de trabajo y cúbrela con una toalla para evitar dejar manchas de esmalte o acetona. Y tómate tu tiempo, porque retirar el esmalte permanente no es algo que se haga en un par de minutos.
El acabado que ofrece un esmalte permanente es pulido y está pensado para tener mucha durabilidad, pero para retirarlo necesitas que sea poroso y que penetre en él la acetona (y no un quitaesmalte normal). Para conseguirlo debes utilizar la lima y frotar con suavidad la superficie de la uña hasta que desaparzca el brillo y quede una especie de polvo blanco por encima de las mismas. Con este paso estarás consiguiendo, además de hacer el esmalte más poroso, eliminar la primera capa de esmalte sin que sufra la uña.
Es importante que no te olvides de las cutículas porque, aunque no lo parezca, son también parte de la uña y pueden estropearse cuando retires el esmalte. Además, manternerlas siempre cuidadas mejora el aspecto general de la uña y evita que puedan producirse infecciones. En este momento basta con que las cubras con una fina capa de vaselina. Así evitarás que penetre en ellas la acetona cuando la apliques sobre la uña. También puedes usar una crema específica para uñas.
Una vez que hayas protegido las cutículas es el momento de aplicar el quitaesmalte sobre la uña. Hazlo con cuidado utilizando un disco de algodón previamente impregnado en acetona, ponlo sobre la uña evitando que entre en contacto con la piel, y cúbrela enrollando sobre ella papel de aluminio.
Cuando hayas envuelto todas las uñas es necesario esperar a que el quitaesmalte haga su efecto. Con 15 minutos debería ser suficiente, pero algunos esmaltes permanentes son más resistentes que otros para garantizar su durabilidad y necesitarán 20 minutos.
Una vez transcurrido el tiempo de espera puedes proceder a retirar el algodón envuelto en aluminio, uña por uña, y deberías observar que parte del esmalte ya se ha desprendido. Es posible, incluso, que veas que se ha desprendido la totalidad del esmalte. Pero como lo habitual es que queden restos, ahora es el momento retirar el esmalte sobrante. Hazlo con un algodón impregnado en acetona y frota suavemente siempre en dirección ascendente.
También puedes utilizar el palito de naranjo para eliminar los restos, sobre todo en los bordes de la uña, donde puede que te resulte más difícil acceder con el algodón. También puedes ayudarte con la lima, pero siempre con mucha suavidad para no dañar la uña.
Cuando tengas las uñas limpias, sin restos de esmalte, es el momento de lavarlas bien para que desaparezca también la acetona que pueda quedar. Utiliza un jabón neutro, que no resulte agresivo para tus manos, y acláralas con agua tibia. Sécalas bien, pero con suavidad, y procede a hidratarlas como conviene.
Tras la retirada del esmalte las uñas están más quebradizas y pueden romperse con más facilidad, por eso eso es muy importante que utilices una hidratante especial para uñas. Pero si no tienes puedes usar vaselina o un aceite que sea muy nutritivo, como el de almendras o el de coco. Aprovecha este momento para hidratar las manos enteras, porque en ocasiones son las grandes olvidadas, a pesar de mejorar su aspecto de manera visible cuando las cuidamos como merecen.