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Del blanco de los novios al secretismo del enlace: recordamos la boda de Will Smith y Jada Pinkett

El matrimonio formado por Will Smith y Jada Pinkett siempre ha estado rodeado de polémica. Fue muy controvertido cuando se desveló que su relación no era monógama, también muy sonado el momento en el que Will se levantó en plena ceremonia de los Oscar y le dio una bofetada a Chris Rock tras una broma del cómico sobre la alopecia que padece Jada. 

El hecho de que ella desvelara en su último libro que hace años que no son pareja, aunque no entra en sus planes divorciarse, tampoco ha dejado a nadie indiferente. "Hice una promesa, que nunca habría una razón para que nos divorciáramos, que superaríamos cualquier cosa, y no he sido capaz de romperla”, explicaba para la revista People

Para los actores, lo más importante es su familia, tanto los dos hijos que tienen en común, Jaden y Willow, como Trey, que aportó Will al matrimonio, fruto de su relación con Sheree Zampino. Todavía están buscando una solución que funcione para los dos, aunque parece que no tienen demasiada prisa por cambiar las cosas. De momento no viven bajo el mismo techo, pero no descartan que esto vuelva a suceder en el futuro. 

La boda de Will Smith y Jada Pinkett

Will y Jada escogieron la fecha ideal para poder acordarse siempre de su aniversario, porque organizaron su boda el 31 de diciembre de 1997

La pareja se había conocido gracias a la serie que Will protagonizaba, El príncipe de Bel-Air. Ella se había presentado a una audición para interpretar a la pareja de Smith en la ficción y, aunque no consiguió el papel, sí que quedo claro que entre ellos había mucha química. 

Comenzaron a salir juntos y en noviembre de 1997 se comprometieron. Fue el momento ideal, porque tal y como revelaba Jada en una entrevista con People, “Un día nos estábamos comprometiendo y al día siguiente descubrimos que estaba embarazara”. Jaden llegaba al mundo en julio de 1998. 

Fue una boda en la que no escatimaron en detalles, alquilaron un salón de estilo medieval, una mansión cercana a Baltimore que les ofrecía todo lo que ellos querían para su gran día. Buscaban algo “Sencillo, pero elegante”, según reveló su wedding planner, David Weinschel. A pesar de ello, tardaron 10 horas entre ocho personas en dejarlo todo perfecto para la pareja. 

Para sus looks nupciales, la pareja lo aposto todo al blanco, tanto él, con un traje de chaqueta oversize (recordemos que eran los 90), como ella, que optó por un vestido de terciopelo, de cuello alto y manga larga que se ajustaba a su figura como un guante. Ambos diseños estaban firmados pro Badgley Mischka.

Fue una boda privada, incluso secreta, no querían que nadie fuera de su círculo se enterara y por eso no enviaron invitaciones, sino que en el hotel entregaron a los invitados un sobre con la dirección que tenían que darle al conductor que les llevaría a su destino. 

Años después, Jada revelaría que ella nunca había querido casarse, pero que el embarazo le empujó a ello: “Fui llorando todo el camino hasta el altar”