Por lo civil en Miami y por la iglesia con diez invitados: así fue el doble enlace de Carmen Ordóñez y Julián Contreras

La vida de Carmen Ordóñez es digna de ser contada y, sobre todo, de ser recordada. Aunque parte de su legado haya quedado empañado por las disputas que mantienen sus hijos, lo cierto es que esta mujer siempre demostró su pasión por la vida y su capacidad para volver a creer en el amor. 

Francisco Rivera fue su primer marido, de él se enamoró perdidamente cuando ella tenía 16 años y él 25, se casaron en una celebración por todo lo alto, que no solo convirtió a Carmina en una mujer casada, también en toda una celebridad. Tuvieron dos hijos en común, Francisco y Cayetano Rivera, pero su amor se acabó y la pareja se separaba seis años después de casarse, en 1979. Firmaron el divorcio en 1982.

El torero, que fallecería en 1984, rehacía su vida tras la separación y se casaba con Isabel Pantoja, con quien tenían a su hijo Francisco Rivera. Carmen también seguía su propio camino, el mismo año que moría Paquirri, ella se casaba con el cantautor Julián Contreras

La boda de Carmen Ordóñez y Julián Contreras

Era marzo de 1984 cuando Carmen Ordóñez y Julián Contreras se juraban amor eterno en Miami, en una ceremonia civil e íntima. Ella no dudó en volverse a vestir de blanco, pero evitó repetir todas esas tradiciones que se asocian con la buena suerte en las bodas (llevar algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul), porque no le había servido de mucho en su primer matrimonio. 

Escogió un diseño del gallego Jorge Gonsálves, uno de los profesionales más demandados por la alta sociedad de la época. Con el cuerpo elaborado en gasa transparente y con detalles en forma de hoja de tul, contaba con escote corazón y espalda descubierta, así como un detalle peplum cuyo volumen contrastaba con la falda, ajustada, y con una abertura central que permitía caminar con facilidad (la falda se estrechaba hacia el bajo), pero también presumir de piernas. Lució un tocado floral y una redecilla que recogía el moño. 

Para Carmen y Julián, esta boda no fue suficiente, por lo que cuatro años después decidieron casarse de nuevo, esta vez por la iglesia. Ya tenían a su hijo, el pequeño Julián, que fue uno de los asistentes al enlace, como también lo fueron los hijos mayores de Carmina. Pocos más invitados tuvo este enlace, que fue muy íntimo y familiar. 

Solo diez personas estaban invitadas, Fran, hijo mayor de Ordoñez, ejerció como padrino y Lolita fue la madrina. Entre los invitados estuvieron, tal y como recuerda Hola, Antonio Ordóñez y su esposa Pilar Lezcano, el torero Curro Vázquez y su mujer, Paty Dominguín, Guillermo Furiase, marido de Lolita en aquel momento, la tata de la familia Ordóñez, Elena, y la niñera de Julián.

A pesar de los dos enlaces, el amor de la pareja no fue para siempre, no así su relación de respeto y amistad, que sí que trascendió a su matrimonio. Julián fue un gran apoyo para Carmen en los momentos complicados, como tras denunciar a su tercer marido por malos tratos, una denuncia que fue desestimada por no poder probar los hechos.