Te entregan un sobre lacrado y en ese instante se hace oficial la invitación a otra boda. Desde el momento en el que la aceptas comienzan todos los preparativos: la búsqueda de información sobre qué tipo de ceremonia será para así escoger bien el look -ni muy arreglado, ni demasiado informal-, las horas en redes sociales buscando inspiración para peinados y, de la misma forma, también para el maquillaje. No nos olvidamos de los accesorios: bolso pequeño, pero que nos quepa lo fundamental, zapatos cómodos, pero elegantes, pendientes, cinturón... la lista puede ser interminable. Y esto tiene una consecuencia directa: el gasto se dispara. Ante esta situación muchas veces no nos queda más remedio que recortar, pero, ¿por dónde metemos la tijera? En muchos casos se opta por suprimir el maquillaje y la peluquería profesional, que han sido tradicionalmente tildados de "caros". ¿Es esta una decisión acertada? Lo consultamos con la experta Silvia Gallego, estilista y maquilladora profesional.
"Por mucho que te pongas un vestido bueno y caro, la primera imagen es mirar a la persona a la cara, si no va bien peinada y maquillada el resultado es nefasto", así de contundente se muestra esta profesional de dilatada experiencia. Pero la realidad es que no todos damos el valor que se merece a los servicios de peluquería y maquillaje. "Mucha gente invierte mucho presupuesto en vestidos, accesorios etc, pero a la hora de un buen peinado y un buen maquillaje lo dejan en manos de no profesionales", afirma.
Mientras que las invitadas a bodas, en su mayoría, asumen un gasto en vestuario, no ocurre de la misma forma con el maquillaje y la peluquería y la peluquera achaca todo esto a un aspecto que se está haciendo notar en muchísimas profesiones: el intrusismo. "Son muy pocos los casos que valoran un buen servicio. Quieren algo barato, pese a que es una parte muy muy importante para completar un look. Desde hace tiempo hay mucho intrusismo en este campo, ya todo el mundo hace tutoriales de maquillaje y peluquería, sin saber el daño que hace a los profesionales, que invertimos tiempo y dinero en formarnos y en material. Años de experiencia, nos gustaría que se valorara más".
Y es que el servicio que se ofrece cuando se contrata un maquillaje y un peinado, va mucho más allá de una simple ejecución, tiene un valor añadido y esto es lo que le cuesta ver a la clienta promedio. "Me gusta mucho ayudar implicarme ,estar en contacto con ellas, les asesoro, las ayudo a buscar maquillajes y peinados para poder acercarme más a sus gustos y necesidades. Al final no solo es un trabajo de peluquería o maquillaje sin más, es un servicio de asesoramiento personalizado. Con un buen trabajo y materiales de primeras marcas".
Pero todo esto queda oculto y a los profesionales les cuesta hacérselo ver a las potenciales usuarias, por todo ello, a las clientas les duele pagar. Algo nada raro, porque en general, esto es algo que se ha estudiado mucho en marketing, nos cuesta deshacernos de un dinero que nos sudamos para ganar. Pero tal y como explica Silvia, no todos los desembolsos se entienden igual y este es uno de los que más dudas genera: "No es un servicio que perdure para siempre, no es como un vestido, que aunque te gastes un pastizal siempre lo tendrás en el armario, es algo material que no se evapora. El maquillaje y el peinado no lo puedes mantener días". Quizás deberíamos echar la vista atrás y pensar en uno de estos vestidos y realmente cuántas veces nos lo hemos vuelto a poner después del gran evento.
Sin embargo, quienes se deciden a invertir en estos servicios, notan la diferencia y es probable que repitan. "Las clientas quedan felices con un servicio exclusivo y personalizado". Pero es un proceso de convicción que los profesionales tienen que llevar a cabo con paciencia y mucha mano izquierda: "A veces cuando te contactan y les cuentas tarifas y demás, sí que parecen un poco reacias al presupuesto -no todas, claro- pero cuando ya trabajas con ellas y tienes un seguimiento acaban muy felices. Yo disfruto con mi trabajo y con su satisfacción por el trabajo creado". "Me paso horas dando asesoramiento, ideas, firmas donde adquirir vestidos, joyas, zapatos, floristería, soy una 'wedding look'", afirma la experta.
Lo que comentaba al principio la especialista sobre el lugar privilegiado que ocupa en un look el trabajo de maquillaje y peluquería -queda a la altura de los ojos- le da a ambos un gran poder. "Un buen servicio de peluquería y maquillaje puede hacer crecer un look sencillo, pero también al revés, puede empeorar todo y puede ser un desastre". El ejemplo más ilustrativo lo tenemos en las celebrities que asisten asiduamente a galas y eventos. "Hay famosos que llevan vestidos hipercaros, pero el público comenta: 'vaya pelos, madre mía como va maquillada'. Por mucho que el vestido sea un espectáculo, lo hace de menos un mal peinado y maquillaje", opina Silvia.
Como para todas las cuestiones a las que se quiere contestar bien, la respuesta corta es: depende. No se puede dar una cifra concreta porque cada profesional tasa su trabajo en función de todos los aspectos que se han comentado anteriormente. "Inversión cursos, formaciones, materiales, dedicación con cada una, tiempo de consultas de asesoramiento, de tener los materiales a punto para un buen trabajo", estos son algunos factores que pueden influir. Mientras que el primer servicio suele tener un precio cerrado, porque los pasos a realizar son los mismos, el segundo depende del tipo de peinado que la clienta se quiera realizar. Lo habitual en negocios que se dedican a dar servicio a invitadas es que ofrezcan packs que incluyen el maquillaje y la peluquería: "Los pack son desde 100-140 euros aproximadamente en invitadas", nos revela la especialista.
El genero masculino se ha incorporado gradualmente al mundo de los cuidados y el maquillaje. Actualmente podemos ver anuncios de cosméticos en los medios de comunicación dirigidos exclusivamente a ellos y son muchos los que realizan religiosamente su ritual de skincare cada día. Pero, ¿se animan a solicitar tipo de servicios para días señalados? Silvia nos cuenta que la demanda por su parte todavía es residual: "Muy pocos te piden algún servicio más allá de un peinado y algo de corrección. O días antes, un buen corte de pelo".