Tarta de siete pisos y vestido de Givenchy: así fue la boda de Kim Kardashian y Kanye West

Las Kardashian no hacen las cosas a medias y la pedida de mano entre Kim y Kanye, con anillazo incluido, ya dejaba claro que no sería un enlace discreto. La pareja quiso que fuera una celebración por todo lo alto en la que no faltara detalle. 

Se casaban muy enamorados, con la intención de que fuera para siempre. Esta era la tercera boda para Kim, que anteriormente se había casado con Damon Thomas cuando solo tenía 19 años, y después con Kris Humphries, un matrimonio que solo duró 72 días. 

La pareja empezó su relación en 2012 y se casaban dos años después, tras dar la bienvenida al mundo a North, la mayor de sus cuatro hijos. En 2014 se daban el ‘sí, quiero’ y en 2021 se confirmó que la pareja se iba a divorciar, tras múltiples polémicas y rumores. 

La boda de Kim Kardashian y Kanye West

La pareja se comprometió durante la celebración del 33 cumpleaños de la socialité, Kanye alquiló el estadio de los Giants de San Francisco, un gran gesto lleno de romanticismo porque pensaba hacerle la gran pregunta, con un anillo de diamantes, un solitario de 15 quilates que él mismo había diseñado junto a Lorraine Schwartz. Esta alianza está valorada en unos dos millones de dólares, pero podría ser más. 

El 24 de mayo de 2014, el mundo entero centraba su mirada en Kim y Kanye, que se juraron amor eterno en el castillo Forte Belvedere en Florencia, Italia. Un romántico enclave para una romántica celebración, en la que todos los detalles fueron pensados al milímetro. La noche anterior habían celebrado una recepción en el Salón de los Espejos en el Palacio de Versalles, donde cantó en directo Lana del Rey. 

Los detalles del enlace no se conocieron hasta más adelante, debido a las fuertes medidas de seguridad, pero la decoración, llena de rosas blancas, fue uno de los aspectos más destacados y notables de la cita, que comenzó a las 18:00 horas, tal vez para asegurarse de que todos los invitados llegaran a tiempo desde París. 

La melodía nupcial sonó gracias a un gran piano blanco y a la voz de Andrea Bocelli, que parece haberse convertido en el músico oficial de las bodas de las Kardashian; también cantó en la Kourtney con Travis Barker años después. 

La novia lució un vestido customizado de Alta Costura de Riccardo Tisci para Givenchy, hecho de encaje y transparencias, manga larga y espalda descubierta, con velo hasta el suelo con el que cubría su melena, suelta y con grandes ondas para la ocasión. De corte sirena y muy ajustado a la figura, Kim no decepcionó y lució un vestido ideal para la ocasión y que se ajustaba perfectamente a su personalidad. 

La pareja contó con una tarta de siete pisos hecha de vainilla y moras decorada con pan de oro. Se estima que se gastaron unos 10 millones de euros en la boda y de ellos, uno 410.000 fueron para alquilar el lugar, y pagaron para todos los asistentes el alojamiento, la peluquería y el maquillaje.