Ana Cristina Portillo parece tener muy claro que en el día de su boda, quiere estar rodeada por las personas que más quiere y, en caso de no poder contar con todas, que estén presentes de alguna manera. Su madre, Sandra Domecq, falleció en 2004, cuando ella todavía era una niña, pero para sus hijas sigue tan presente como siempre.
Sandra tuvo tres hijas durante su matrimonio con Bertín Osborne, Alejandra, Eugenia y Claudia, y todas ellas quisieron casarse en el mismo lugar que lo hicieron sus padres, la iglesia de San Miguel. Todas ellas organizaron el banquete en la finca familia Santiago, que pertenece a la familia materna.
Ana Cristina es fruto del segundo matrimonio de Sandra y ella no contará con Bertín Osborne como padrino, tal y como hicieron sus hermanas, pues ella llegará a la catedral de Jerez del brazo de su padre, el fotógrafo y empresario Fernando Portillo. La más joven de las cuatro hermanas ha escogido una iglesia diferente, que para ella es importante, pero sí que seguirá la tradición y la celebración posterior será en la finca familiar.
Esta finca ha sido testigo de muchas cosas, de las bodas de todas las hermanas, pero también de la de sus padres. Ellos también celebraron aquí la reunión posterior a la boda, organizando un divertido encuentro para todos sus amigos y seres queridos. En esta finca creación Sandra y aquí el matrimonio pasó los mejores años de su relación tras la boda, los primeros. Fue también aquí donde vivieron Sandra y sus hijas tras el divorcio y es en esta casa donde el recuerdo de su madre se mantiene más vívido para las cuatro, que han querido conservarlo entre sus paredes.
En celebraciones anteriores han querido aprovechar al máximo los jardines de la finca, colocando carpas para que los invitados quedaran refugiados ante posibles inclemencias, ya sea la lluvia o el sol, también para delimitar las zonas separando la cena de la zona de bailes posteriores.
La finca, situada a las afueras de Jerez, fue propiedad de los abuelos maternos de la novia, Beltrán Domecq González y Ana Cristina Williams. A pesar de su historia, la casa no ha estado exenta de polémicas, pues el Ayuntamiento defendía la ilegalidad de la construcción, por lo que se intentó derribar parte de la vivienda, en concreto el ático, algo que sucedió en torno al año 1997. Las dificultades fueron muchas, así como los impedimentos para que esto sucediera, siendo uno de ellos las alegaciones de Sandra de que si no estaba en su casa, no tenía otro lugar en el que quedarse, por lo que no podía desalojar su vivienda.
Ahora todo eso ha quedado atrás y la finca Santiago es la propiedad en la que las hijas de Sandra guardan los mejores recuerdos de su madre y también el espacio en el que han escogido vivir el mejor día de sus vidas acompañadas de todos sus seres queridos.