La relación de Pamela Anderson y Tommy Lee fue una de las más sonadas de los 90, no es para menos si tenemos en cuenta que ella se encontraba en uno de los puntos más altos de su carrera, adorada y envidiada a partes iguales. Tras haberse dado a conocer como modelo, triunfaba como actriz en la serie Los vigilantes de la playa. Él, por su parte, era batería de los Mötley Crüe y su nombre era sinónimo de desenfreno, siempre rodeado de alcohol y drogas. 

La pareja se conoció y, pasado un tiempo, comenzó una relación, que tan solo se alargaría cuatro días antes de que decidieran casarse. 

La historia de Pamela y Tommy tiene dos versiones, hay muchos puntos en los que no llegan a coincidir y esto se puso de manifiesto en el libro de memorias de Tommy Lee, Tommyland. A pesar de ello, hay ciertos puntos en común, como que se conocieron durante la noche de fin de año de 1994, cuando el músico se encontraba en un local que era en parte propiedad de Pamela. 

Ella le invitó a un chupito, aunque la propia actriz comenta en el libro que no fue nada personal, esa noche había invitado a chupitos a todo el mundo, él quedó prendado de la belleza de ella y acudió a sentarse a su lado y le lamió la cara (en esta parte de la historia sí que están de acuerdo ambos). Este fue el primer encuentro, a partir de ese momento mantuvieron el contacto telefónico hasta que un día Pamela le ofreció quedar, pero olvidó la cita y su inminente viaje a Cancún impedía que se vieran. 

Ni corto ni perezoso, el músico se plantaba en México tratando de averiguar dónde estaba la actriz, llamando a todos los hoteles para localizarla. En un momento determinado, Pamela decidió que era un buen momento para volver a verse y cuatro días después de ese encuentro se casaban en la playa. Cuenta Tommy que, quitándose el anillo del dedo meñique y poniéndolo en el dedo anular de Pam, le pidió matrimonio en la discoteca La Boom el 18 de febrero de 1995.

Al día siguiente protagonizaron una relajada boda en la playa, era el primer matrimonio para ella, el tercero de Tommy, y los novios optaron por dejarse llevar por el ambiente. Ella lució un bikini y un pareo en lugar del tradicional vestido blanco, aunque respetó la elección de color; él también lució un bañador. 

En lugar de anillos, la pareja apostó por algo más permanente y se tatuaron el nombre del otro en el dedo anular. Los invitados, amigos de la pareja y huéspedes del hotel Ritz Carlton, brindaron con tequila y acompañaron a los novios hasta que se fueron a su habitación. 

El matrimonio duró unos tres años, en los que se sucedieron las constantes disputas del matrimonio, peticiones de divorcio y reconciliaciones. Juntos tuvieron dos hijos, Brandon, en 1996, y Dylan, en 1997.

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