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Así fue la boda íntima y con un toque medieval de Alessandro Lequio y María Palacios

Alessandro Lequio y María Palacios llevan media vida juntos, una relación por la que pocos apostaban, pero que el tiempo ha demostrado duradera. Ambos han encontrado en el otro a su mejor compañero de vida, alguien que le entiende y acompaña en los momentos buenos, pero también en los malos, por complicados que estos sean. María estuvo al lado de su marido durante la enfermedad de su hijo y no se separó de su lado cuando Aless falleció en 2020

La pareja se conocía en Mallorca, en 1999, y comenzaban una relación contra viento y marea, sin dar importancia ni a la diferencia de edad (él es 17 años mayor que ella) ni a las habladurías, porque en aquel momento, la fama de conquistador precedía a Lequio, algo que causaba cierta desconfianza en el entorno de María. 

Se mantenían juntos hasta 2007, cuando la pareja rompía, aunque lo hacía solo por unos meses, porque pronto decidían darse una nueva oportunidad. Retomaban su relación y anunciaban sus planes de casarse. Se daban el ‘sí, quiero’ el 15 de noviembre de 2008 en la iglesia monacal de Santa María la Real de Sacramenia, en Segovia.

La boda de Alessandro Lequio y María Palacios

Quienes esperaban una boda multitudinaria y por todo lo alto se quedaron con las ganas, porque el enlace fue fiel a la pareja, una ocasión para celebrar con sus más cercanos. Una celebración más reducida de lo esperado, con 150 invitados, también más privada, aunque todo aquel que quisiera conocer más detalles, pudo hacerlo gracias al reportaje publicado en exclusiva por la revista Hola. 

Antes de la publicación ya se conocían algunos detalles gracias a los invitados, que no dudaron en compartir sus impresiones, tal y como hizo Ana Rosa Quintana, quien compartió que la invitada más elegante había sido la madre del novio y que la novia no había lucido un tradicional vestido blanco

No mintió, María escogió un original vestido de color gris perla de Rosa Clará de corte medieval que se alejaba de tradiciones y diseños habituales, de líneas rectas y corte imperio, destacaban las mangas abullonadas y de gasa. Uno de los detalles más destacados de su look nupcial fueron las joyas, sobre todo los pendientes, con 100 brillantes y diseñados por ella misma. 

Él, por su parte, no quiso arriesgar y apostó sobre seguro con un chaqué que había heredado de su padre. La madrina, como había comentado Ana Rosa, llegó radiante, ataviada con un look clásico y mantilla, y con espectaculares joyas familiares que había heredado de su abuela, la reina Victoria Eugenia. 

La pareja organizó una gran boda para compartir su momento de felicidad con sus seres queridos y no descuidaron ni un detalle, ni siquiera en el menú, que contó con delicias como raviolis de alcachofa, foie, consomé con yema de pollo de corral, ciervo a la broche y la tradicional tarta nupcial que nunca puede faltar, todo ello regado con vino de reserva para deleite de sus invitados.