En la comunidad gitana no hay fiesta más grande que la celebración de una boda. Tanto para el novio como para la novia se trata de uno de los días más importantes de su vida, y para festejarlas se podría decir que las familias “tiran la casa por la ventana” y no se suele reparar en gastos para los trajes de los novios, ni para una celebración por todo lo alto a la que asisten muchos invitados.
Para los gitanos las tradiciones sin muy importantes, e intentan ser fieles a ellas con el paso del tiempo, por eso hay determinados aspectos de la celebración de una boda que se mantienen y repiten. Y son los que te vamos a contar a continuación, ya que son los imprescindibles para organizar una auténtica boda gitana.
Tanto el novio como la novia van de blanco. En el caso de la novia, es habitual que debajo del vestido blanco lleve otro de color rosa que simbolice su pureza, aunque no sea visible para nadie.
Pero también hay novias que deciden llevar un solo vestido y que este sea muy llamativo y fastuoso, mientras que otras tienen varios para irse cambiando en diferentes momentos de la celebración.
Muchos gitanos pertenecen a la Iglesia Evangelista y, por lo tanto, celebran la boda según los rituales que marcan los evangélicos. Aunque también hay muchos gitanos católicos, así que dependerá de cada pareja y de su comunidad el tipo de rito que se realice para llevar a cabo el matrimonio. Eso sí, en ambos casos la tradición es que la boda se celebre siempre por la mañana.
Este es uno de los puntos más característicos de las bodas gitanas, y es que la pureza de la novia, ligada a su virginidad, tiene mucho peso dentro de esta comunidad. Para que una mujer pueda casarse ha de ser virgen, a menos que al hombre no le importe que esto no sea así. Pero, por norma general, no solo ha de ser virgen, sino que hay que dejar constancia de ello el día de la boda.
Para demostrar la pureza de la novia, el día de la boda se lleva a cabo la tradicional y conocida prueba del pañuelo o "prueba de la virginidad". La realiza una figura a la que llaman la 'ajuntaora' o 'sicobari', y que tiene una gran tradición familiar.
Ella y la novia, junto a otras mujeres que invitadas a la boda que actúan como testigos, entran a una habitación, normalmente en casa del novio. Allí se le introduce un pañuelo blanco a la novia en la vagina para romper el himen y dejar constancia de su virginidad. La prueba definitiva es que el pañuelo ha de mancharse de sangre, y a las manchas que se producen se las llama “las tres rosas”.
Una vez que se obtienen las rosas en el pañuelo, se muestra a todos y cantan la alboreá, con las que celebra la honra de la mujer y que dice así: “En un verde prado tendí mi pañuelo, salieron tres rosas como tres luceros”.
Para celebrar la boda, las familias gitanas ofrecen siempre lo mejor que tienen sin reparar en gastos. Se agasaja a los invitados con todo tipo de comida y bebida, y la duración de los festejos puede llegar a durar tres o cuatro días. A lo largo de los mismos, los novios, sus familias y los invitados, además de comer y beber, cantan y bailan sin descanso.
No olvidemos que estamos hablando de la tradición, y que hay parejas de novios que en la actualidad prefieren celebrar bodas más sencillas, sin que sea necesario que duren días.