No sigas buscando, no existen fotos de Sara Carbonero vestida de novia. Desde que se hizo oficial la ruptura definitiva de su relación con Iker Casillas, han sido infinitos los artículos escritos sobre esos once años en común que han llegado a su fin. Aquel beso mundial que creó el imaginario de la pareja perfecta, el nacimiento de sus hijos, su salto a Oporto o cómo afrontaron juntos su respectiva enfermedad son solo algunos de los hitos que son parte obligatoria de ese currículum vital que fueron construyendo juntos. Y entre ellos está su boda, ese secretísimo enlace del que no existen imágenes y del que hoy, 20 de marzo, se cumplen cinco años.
Eso de que ambos siempre intentaron blindar su intimidad a pesar de la evidente exposición se hizo palpable aquel domingo en el que abandonaron el ayuntamiento de Boadilla del Monte con el subtítulo de marido y mujer firmado en un papel. Aunque siempre comentaron en público que no necesitaban formalidades para sentirse comprometidos, ya habían estrenado su #slowlife portuguesa y se habían convertido en padres primerizos hacía ya dos años. Quizá por esto, por la estabilidad que habían ganado lejos de casa, decidieron dar uno de los pasos más trascendentales que puede dar una pareja como la suya, que acaba de tomar caminos separados.
Tres notarios oficiaron este enlace secretísimo en el que solo estuvieron presentes un primo de Iker, Irene Carbonero (hermana pequeña de Sara) y Irene Carbonero (hermana pequeña de Sara)Martín, el hijo mayor de ambos que por entonces tenía apenas dos años. Lucas, el pequeño y último retoño del matrimonio, llegaría dos meses después de la boda. Porque sí, la periodista dijo 'sí, quiero' embarazadísima, factor que hizo que este momentazo que ya es historia fuese aún más especial de lo común.
Ningún paparazzi les sorprendió a la salida. Habían conseguido su objetivo y la prensa se había perdido el que era el bodón del año. Sin embargo, el hecho de que este tipo de procesos queden registrados a ojos de todos hizo que días después se les acabase la tranquilidad. Media España ansiaba tener en sus manos todos los detalles sobre ese día en el que Sara Carbonero e Iker Casillas se habían casado sin que nadie fuese partícipe. Y eso que de aquella ya existía Instagram. Pero los compromisos laborales llegaron, y a la presentadora le tocó enfrentarse a las preguntas obvias en su primer encuentro con la prensa.
"Entiendo que es una cuestión de papeles que están en sitios públicos", asumió. Con la pesadumbre de que algo tan íntimo fuese vox populi, a pesar de que los detalles al respecto fueron más bien escasos, la especialista en periodismo deportivo definió la suya como "la boda que realmente había soñado". "Tampoco había soñado algo concreto, pero estoy contenta y para mí fue muy bonito, la verdad. No todo el mundo sueña con tener un bodorrio y a mí igual me da más pereza hacer una megafiesta", apuntó con naturalidad.
Años más tarde, con la frialdad que da el tiempo, Sara se explayó algo más, consciente de que "como he hablado muy poco, voy a seguir hablando muy poco". "Lo recuerdo como un día muy bonito, diferente porque estaba con una tripa de siete meses, pero muy especial. Fue un momento muy muy bonito. Yo lo disfruté mucho, es de esos días que quedan para siempre en el recuerdo", comentó desde su reconocida timidez.
Hoy, de seguir juntos, Casillas y Carbonero estarían celebrando su quinto aniversario casados. Una fecha más que, con la ruptura, pasa a tomar un cariz algo más trascendental. Y aunque ellos no sean Pilar Rubio y Sergio Ramos, de esta boda nos quedamos con algo: el consejo de una trensetter como Sara para todas las novias que, como ella, decidan formalizar su relación con un enlace. "Les diría que la hagan suya y que está muy bien que rompan un poco los formalismos", recomendó. "Que es el día más feliz de tu vida y que lo disfruten muchísimo". Ah, y un consejo muy sabio: "Que no beban mucho".