Como todos los años, el rey Felipe VI afronta el 24 de diciembre uno de los momentos más destacados de su labor institucional: el habitual discurso de Nochebuena. Esos minutos en los que, como ya venía haciendo su padre, el reye emérito don Juan Carlos, el actual monarca pronuncia unas palabras, siempre desde el palacio de la Zarzuela, con las que hace un balance de los últimos meses y desea felices fiestas a la población. Un mensaje que, como es tradición también, se convierte en fuente de interpretaciones en tertulias mediáticas pero también domésticas.
Se trata, salvo circunstancias derivadas de la lógica política y constitucional (como ha ocurrido este año, con la jura de la princesa Leonor) del instante de mayor exposición anual del rey, una figura de la que no se sabe gran cosa (aunque sí se especula) más allá de su papel institucional, como ocurre, en general, con la casa real española. La vida personal de Felipe VI es fuente de abundante rumorología, aunque lo cierto es que también hay datos confirmados que no han trascendido. Es el caso de un curioso dato sobre su faceta familiar: además de padre de dos hijas y tío de seis sobrinos, el monarca es padrino de trece ahijados, una lista que incluye a una futura reina, algunos parientes muy conocidos y hasta un ciudadano anónimo. ¿Quiénes son?
Dos de sus ahijados comparten con él lazos de sangre muy próximos: son sus sobrinos Victoria Federica de Marichalar y Miguel Urdangarin. La hija pequeña de la infanta Elena, verso suelto dentro del habitual hermetismo de la casa real, fue apadrinada por él en 2001. Solo un año después haría lo propio con el tercero de los hijos de la infanta Cristina, Miguel, el más desconocido de los Urdangarin y con quien comparte algunas aficiones.
Más allá de los hijos de sus dos hermanas, Felipe VI también es padrino de otros familiares suyos por vía paterna. Es el caso de María, la hija de Simoneta Gómez Acebo y José Miguel Fernández Sastrón, nacida en el año 2000. Cinco años después nació otro ahijado, Luis Felipe, el hijo mayor de Beltrán Gómez-Acebo y la modelo Laura Ponte.
Fuera de los lazos familiares, el jefe de estado mantiene este vínculo con otras casas reales europeas. Así, es padrino desde 1983 de Ernesto Augusto de Hannover, quien es el primogénito de Ernesto de Hannover (primo hermano de doña Sofía) y fruto de su primer matrimonio con Chantal Hochuli. En 1998 se convirtió en padrino de Constantino Alexios de Grecia y Dinamarca, el segundo hijo de un primo suyo, Pablo de Grecia, con quien ha mantenido una relación muy estrecha.
Dos años después apadrinaría a Sofía, la hija de Konstantin de Bulgaria y María García de la Rasilla. En 2004 se sumaría a la lista Ingrid Alexandra de Noruega, la que será futura heredera al trono noruego, hija mayor de Haakon y Mette-Marit. Sus ahijados más recientes nacieron hace ya más de una década. En 2011 se convirtió en padrino de Vicent de Dinamarca, el tercero de los hijos de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson, pareja de actualidad en los últimos meses. En 2012 nació su ahijada más joven Isabelle, la hija de Carlos Felipe de Orleans.
Más allá de la realeza y la aristocracia, española y europea, el rey es padrino, además, de otras tres personas. Dos de ellos son hijos de amigos cercanos: es el caso de Martina Jáudenes, hija de Eugenio Jáudenes, y de Álvaro, el hijo mayor de Álvaro Fuster y Beatriz Mira.
La lista de ahijados la cierra un caso llamativo. En 1990, el por entonces príncipe de Asturias acudió, como ha seguido haciendo estos años al municipio asturiano reconocido como Pueblo Ejemplar, por entonces, San Esteban de Cuñaba. Se trataba de un pueblo de solo 30 habitantes, que esperaba recibir a un lugareño, lo que no ocurría desde hacía años, ya que una de sus habitantes estaba embarazada. El alcalde propuso a Felipe que apadrinase al niño, (que originalmente se iba a llamar Andrés y terminó llamándose Felipe López), y él aceptó. Este pasado septiembre, el ahora rey acudía a la boda de su ahijado asturiano y anónimo, en la parroquia de Deva, en Gijón.