La muerte de Isabel II provocó grandes cambios y si bien el más notable es que su hijo, Carlos III, ha pasado a ser el rey de Inglaterra, también ha habido otros más pequeños, pero también notables.
El reparto de la herencia ha provocado que la fortuna de la monarca se reparta, pero también su maravilloso joyero ha sufrido la misma suerte. Algunas de las piezas siguen en manos de la corona, concretamente aquellas consideradas Joyas de la Corona, que son propiedad del soberano en fideicomiso, pero su colección personal corrió otra suerte.
A lo largo de su vida, Isabel II fue creando un joyero que nada tiene que envidiar al de otras royals. Regalos de sus familiares, recuerdos de momentos importantes y también joyas que son herencias familiares y que no ha dudado en prestar a otros miembros de la familia cuando la ocasión lo requería, como sucede con las tiaras que las mujeres de la familia han lucido en sus bodas.
Eso sí, no todas esas joyas cambiaron de manos tras su muerte, pues la monarca dejó claro que había algunas con las que quería ser enterrada. No son las más caras, tampoco las más lujosas, pero para ella tenían una gran carga emocional. Es lo que sucedió con su anillo de bodas y sus pendientes de perlas.
Desde que se casó, nunca se había quitado el anillo, creado a partir de una pepita de oro, regalo del pueblo galés; además, se cuenta que el anillo llevaba una inscripción en su interior que solo conocían ella, el duque de Edimburgo y el joyero que lo grabó.
El resto de joyas pasarían, por herencia y siguiendo la tradición de sus antepasados, a manos del nuevo Rey y, por tanto, sería la reina Camilla quien las luciría, así como Kate Middleton en el futuro. De hecho, ya se ha podido ver cómo lucían algunas de las joyas de la monarca en momentos destacados y como homenaje a ella. Por supuesto, esto hace referencia a la mayoría de las piezas del joyero, pero no todas serán para ellas.
Los testamentos reales se mantienen sellados y alejados de la luz pública, pero todo apunta a que las joyas sigan siendo una sola colección, eso sí, hay algunas excepciones, porque no todas han pasado directamente al monarca.
Una de las joyas más queridas de Isabel II, concretamente su collar de perlas de tres vueltas, no pasará a manos de Camilla y tampoco llegará a ser de Kate, porque ha sido entregado a la princesa Ana, la única hija de la monarca y con quien tenía una excelente relación. Es también una de las preferidas del pueblo británico y se ha convertido en una estupenda aliada para su hermano Carlos.
Isabel II llevó este collar de perlas naturales en numerosas ocasiones, regalar perlas es una tradición de la familia real británica desde tiempos de la reina Victoria, por cada cumpleaños, las mujeres de la familia eran obsequiadas con una perla (dos en el caso de Isabel II) y al cumplir los 18, tenían suficientes para un collar. La Reina perdió a su padre muy pronto, por eso este collar, elaborado con las perlas que él le había regalado, tenía un fuerte valor sentimental para ella. Tan importante era, que encargó una réplica para evitar dañar el original.