Algunos comienzos son más complicados que otros y parece que los herederos de las monarquías europeas no han tenido sencillo que sus familias aceptaran al amor de sus vidas, sobre todo cuando quien robaba sus corazones no tenía sangre azul.
Así le pasó a Federico de Dinamarca, cuando conoció y se enamoró de Mary Donaldson, tampoco lo tuvo sencillo Guillermo de Holanda, por el pasado del padre de Máxima, por el cargo que ocupaba durante la última dictadura argentina. Tampoco el rey Felipe cuando era príncipe tuvo fácil que aceptaran sus elecciones sentimentales, hasta que llegó Letizia y se plantó.
Haakon de Noruega y Mette-Marit también tuvieron que enfrentarse a gran parte de la opinión pública, pero, igual que en los otros casos, ellos tampoco renunciaron a su amor y se casaron el 25 de agosto de 2001.
Cuando el heredero al trono noruego hizo público quién era su pareja, la polémica fue mayúscula. No solo se oponía la familia real, también la opinión pública, que consideraban que el pasado de ella no se correspondía con lo que esperaban de una futura reina.
Mette-Marit era madre soltera y pronto se conocieron más detalles sobre su pasado que no jugaban a su favor, como que el padre de su hijo había estado en la cárcel por tráfico de drogas. Tampoco jugaba en su favor que hubiera acudido a un programa de la televisión con la intención de encontrar pareja.
Nada de esto fue suficiente para que Haakon renunciara a la que consideraba la mujer de su vida, incluso estaba dispuesto a renunciar al trono si no aceptaban su relación. El tiempo parece haberle dado la razón, pues más de 20 años de matrimonio y dos hijos en común, además de Marius, les avalan.
Al parecer, Haakon y Mette Marit se conocieron por primera vez en el Festival Quart en Kristiansand, gracias a amigos comunes. Aunque en un primer momento no surgió nada entre ellos, tiempo después sus caminos volvieron a cruzarse en 1999, cuando ella ya era madre soltera. Desde entonces ya no se han separado.
La relación se hizo pública en la Navidad de ese mismo año y poco tiempo después decidieron mudarse juntos a Oslo, algo que causó gran controversia por ser él el príncipe heredero. Esta circunstancia además hacía más complicado el trabajo de los servicios de seguridad.
A finales del año 2000 se anunciaba el compromiso, Haakon le pedía matrimonio a su pareja y lo hacía con el mismo anillo con el que se habían prometido su abuelo el rey Olav V y su padre, el rey Harald V. Este anuncio de la pareja no suavizó las opiniones de la gente sobre Mete-Marit, aunque pronto se dieron cuenta de que el heredero había escogido bien.
Tras anunciarse el compromiso los cambios comenzaron a llegar, modifica su vestuario y lo adaptó más a lo que se espera de una futura reina, también asumió su pasado, sin justificarlo, y condenó el consumo de drogas. Con mucho trabajo, Mette-Marit ha conseguido ganarse el corazón del pueblo noruego y desde su boda, su popularidad no ha dejado de crecer.