Hay algunas joyas que pasan a la historia y en caso de la tiara Bains de Mer lo hará por ser una de las preferidas de Grace Kelly, que lució en ocasiones importantes y que pasó a formar parte de su legado, joyas que después heredarían sus hijas.
Ese no fue su caso, su colección de joyas creció gracias a los regalos de su marido y de otras personas de su entorno, nunca tuvo buena relación con su suegra, por lo que lucir las joyas de esta no parecía la mejor de las opciones, de hecho, nunca llegó a llevar una de las más emblemáticas, la tiara Pearl Drop, ni siquiera tras la muerte de la princesa Carlota.
Esta tiara fue un regalo de la Société des Bains de Mer (de ahí el nombre de la joya), propietaria del Casino de Montecarlo y el Hotel de París. Esta pieza fue fabricada por la casa Cartier y entregada como regalos de bodas; Grace Kelly escogió lucirla en una fiesta previa a la ceremonia, organizada en 1956.
Ella no solía llevar grandes joyas, la mayoría de las que tenía eran regalos de boda y préstamos, pero sí que le gustaba que las que lucía se adaptaran a su look y sus peinados. Esta tiara le permitía eso y mucho más, pues es una pieza exuberante a la par que discreta que también se podía usar como piezas independientes por su diseño.
La tiara cuenta con tres grandes rubíes que son la estrella del diseño y el centro de atención, cada uno de ellos está engastado en una estructura de oro y platino y adornada con diamantes, igual que la diadema que los sujeta a los tres en posición vertical. Estas estructuras pueden separarse de la diadema y emplearse de manera independiente, como broche o como colgantes en un collar.
El resultado es una pieza versátil e innovadora, una joya fina y exquisita que luce los colores de Mónaco, el rojo y el blanco. Un detalle con intención, pues la joven actriz estaba a punto de convertirse en la nueva princesa de Mónaco.
Con el tiempo, esta tiara se convirtió en una de las más icónicas de la princesa, no por la cantidad de veces que la escogió, que no fueron demasiadas, sino pro los momentos en los que optó por llevarla, como durante su visita al Vaticano. De hecho, en el biopic que hicieron sobre su vida no dudaron en incluirla. Sobre la cabeza de Nicle Kidman, la actriz escogida para interpretarla, se podía ver en una de las escenas la emblemática tiara Bains de Mer.
Esta bella joya pareció ser del agrado de Gracia de Mónaco, tanto es así que su marido, el príncipe Rainiero, le regaló unos pendientes y un anillo que seguían el diseño original. Estos han formado a pasar parte del joyero real. De hecho, tanto Estefanía como Carolina se han dejado ver con algunas de las piezas del conjunto en alguna ocasión.
Concretamente en un Baile de la Rosa, Carolina optó por llevar los broches de la tiara en los hombros, mientras su hermana escogió los pendientes a juego para completar su propio look.