Así fue la boda de Konstantin de Bulgaria y María García de la Rasilla hace tres décadas
Konstantin de Bulgaria y María García de la Rasilla se casaron en la iglesia de Santa Bárbara de Madrid
Juntos han formado una bonita familia de la que se sienten muy orgullosos
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La relación entre la familia real búlgara y la española ha sido siempre muy estrecha, lo que explica que ni los Reyes, ni sus hijos, quisieran perderse hace treinta años el enlace entre Konstantin de Bulgaria y María García de la Rasilla. Fue un día lleno de emociones para los novios y sus invitados, que pudieron presenciar cómo la pareja se juraba amor eterno, promesa que todavía mantienen.
María García de la Rasilla siempre ha destacado por su gran discreción, de hecho son raras las ocasiones en las que se deja ver públicamente que no estén relacionadas con algún evento familiar. Del brazo de su marido, no duda en acudir a bodas o bautizos familiares, también a eventos menos alegres.
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De ella siempre se destaca su gran elegancia y lo acertado de sus estilismos, algo que también quedó claro el día de su boda, convertida en una radiante novia que no dejó a nadie indiferente.
La boda de Konstantin de Bulgaria y María García de la Rasilla
Konstantin, príncipe de Vidin, es el cuarto de los cinco hijos del rey Simeón de Bulgaria y de la aristócrata Margarita Gómez-Acebo. Es también padrino de la infanta Sofía, un honor conseguido por su cercana amistad con el rey Felipe VI, quien fue testigo de su boda con María García de la Rasilla.
La escalinata de la iglesia de Santa Bárbara en Madrid recibía a María García de la Rasilla, que llegaba con media hora de retraso y lo hacía del brazo de su padre. Ese 7 de julio de 1994 todas las miradas estaban puestas en ella y en Konstantin de Bulgaria, que esperaba en el interior junto a su madre y madrina, Margarita Gómez-Acebo, la llegada de su futura esposa.
Fue una boda sencilla y tradicional, la madrina lució la clásica mantilla en tonos claros y el novio un clásico chaqué oscuro, con chaleco y corbata de color gris perla. Una elección poco arriesgada, pero que dejaba que todas las miradas se posaran sobre la novia, que escogió un diseño de Chus Basaldúa para su gran día.
Era un vestido de seda natural, de cuello barco y manga larga. El único elemento más llamativo lo aportaba el detalle de encaje bordado sobre la cadera. Lució un velo de tul, sujeto a la diadema que escogió para la ocasión, la de bucles de la reina consorte María Amelia de Francia. No dejó pasar la oportunidad de hacer un guiño a su pareja, y en la muñeca lució la pulsera de pedida.
Nadie quiso perderse esta boda, aunque don Juan Carlos se saltó la ceremonia y acudió directamente al banquete. La familia real estuvo muy bien representada gracias a la reina Sofía, impecable con un vestido de lunares, y también a todos sus hijos. La infanta Elena acudió con un vestido de flores y un sombrero de rafia, mientras que la infanta Cristina escogió un vestido efecto abrigo en dorado.
Entre los 300 invitados al enlace se pudieron ver rostros tan conocidos como los de la infanta Margarita, Carlos Zurita y sus hijos, Alexia de Grecia y Cristina, Inés y María de Borbón-Dos Sicilias o Simoneta Gómez-Acebo, que acudió con quien entonces era su marido.