De Armani y sin el rey Felipe VI: así fue la boda de Tatiana de Liechtenstein y Philipp von Lattorff
En su juventud, hubo rumores de que la relación entre Tatiana y el príncipe Felipe era romántica
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Durante un tiempo, Tatiana de Liechtenstein fue un rostro habitual de las revistas porque durante su juventud se especuló que podría mantener una relación con el rey Felipe VI. La joven, que apenas tenía 22 años, se había trasladado a Madrid para estudiar dirección de empresas en la European Business School, y la prensa internacional no tardó en hacerse eco de los rumores.
Tenían todo para ser la pareja del año, ambos de edades similares (el príncipe de Asturias tenía 26 años en aquella época), de casas reales europeas, guapos y elegantes… solo les faltó la relación de amor, porque con el tiempo se demostró que entre ellos solo hubo una amistad que les llevó a compartir su tiempo de ocio.
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La boda de Tatiana de Liechtenstein y Philipp von Lattorff
La realidad es que si durante un tiempo se especuló con que el príncipe Felipe podría ser el hombre que la conquistara, incluso diciendo que era la favorita de la reina Sofía para que su hijo formara una familia, fue otro hombre de nombre parecido quien consiguió que Tatiana se enamorara, Philipp von Lattorff.
Durante el tiempo en el que se la relacionó con el príncipe Felipe (en el año 1995), Tatiana no pudo evitar convertirse en portada de varias revistas, pero cuando comenzó su relación con Philipp (de la que se empezó a hablar un par de años más tarde), pudo volver a disfrutar de una vida tranquila y un poco al margen de los focos, tal y como siempre había hecho.
Con él se casó el 5 de junio de 1999, en la catedral de San Florián de Vaduz y fruto de esa unión nacieron los siete hijos de la pareja. Fue una ceremonia a la que no acudió el príncipe Felipe (de hecho nunca hubo ninguna imagen en al que ambos aparecieran juntos, tan solo coincidieron en eventos y eso fue suficiente para que los rumores cobraran fuerza), pero a la que sí fue Isabel Sartorius.
La novia, única hija del príncipe Juan Adán II de Liechtenstein y de la princesa Marie, escogió un tradicional vestido blanco para su gran día, siguiendo fiel a su personalidad discreta. Fue un traje elegante y sencillo, firmado por Armani y completamente atemporal, de manga larga y escote barco cerrado, de líneas limpias y sencillas y falda recta. Llevó el cabello recogido y un voluminoso velo de tul que sujetó con una tiara, otra de las tradiciones que no podía faltar en una boda de la realeza.
En su caso, Tatiana escogió la tiara Kinsky Honeysuckle, un legado familiar que quiso lucir en su gran día, siendo la primera en hacerlo en una boda, y que sin duda era lo más llamativo de su atuendo. Esta tiara está elaborada en diamantes, plata y oro, que forman motivos de madreselva que se intercalan con pequeñas formas verticales que recuerdan a figuras florales. Esta tiara fue la única joya que Tatiana llevó en su boda y remató el look con un ramo de flores blancas.
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