Uno de los momentos más icónicos de Lady Di lo protagonizó en la pista de baile y lo hizo junto al actor John Travolta. Corría el año 1985 cuando la pareja real acudía a Estados Unidos en viaje oficial, el presidente en aquel momento era Ronald Reagan y su mujer animaba al actor a sacar a bailar a la princesa de Gales, algo que causó gran nerviosismo en la estrella de Hollywood.
“Tuve el enorme honor y el privilegio de bailar con ella y pensé: 'Tiene que haber alguna razón por la que esto esté sucediendo, así que voy a dar lo mejor de mí'”, recordó muchos años después el actor para la revista Esquire. “Eso quería decir dirigir el baile y asegurarme de que lo pasáramos bien. Eso fue sencillo, pero tener que saludarla de la manera apropiada, sentirme seguro y preguntarle si quería bailar resultó más complicado”.
El baile no fue complicado en absoluto, porque Diana de Gales era una apasionada de este arte y dejaron una imagen para el recuerdo, por el divertido momento que protagonizaron y por la elegancia que mostraron ambos al bailar, porque Travolta es conocido por sus dotes en la pista, pero Lady Di también había dado clases de baile, aunque ella lo hizo de manera ‘secreta’.
Unas semanas después de protagonizar una de las bodas reales más recordadas de la historia, la princesa Diana quiso aprender ballet, para lo que llamaron a una reconocida profesora de baile, que acudió, nerviosa y honrada, a enseñarle esta disciplina en secreto. Anne Allan era la afortunada profesional que escogieron para ello y ha querido recordar estos momentos de su vida a través de un libro de memorias, Dancing With Diana: A Memoir, cuyos extractos han sido publicados por People.
“Por favor, llámame Diana”, esto fue lo primero que le dijo la Princesa al conocerse y fue suficiente para que los formalismos quedaran fuera de la habitación donde se pusieron manos a la obra para que Lady Di pudiera cumplir su sueño. Confesaba Allen que “Era torpe al principio, muy inexperta”, pero para ella estas clases de baile eran casi como una liberación, en la danza buscaba un refugio de todo lo que no iba bien en su vida personal.
A lo largo de estas memorias se habla de cómo Diana encontró a alguien con quien poder hablar de sus problemas de bulimia, pero también de la infelicidad en su matrimonio o de la gran soledad que sentía. Una joven Diana de 20 años vio en su profesora de baile una amiga en la que apoyarse y en quien poder confiar y por eso no solo compartían sus miedos, también los momentos felices, como su embarazo y sus inquietudes a la hora de convertirse en madre.
Para Diana de Gales, el baile se convirtió en un refugio, un lugar seguro y una válvula de escape que duró los casi diez años que duraron las clases. Según Allan, se mostraba más relajada y feliz cuando bailaba.
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