Con el paso del tiempo siempre se van descubriendo algunos detalles que en el momento pasaron desapercibidos. Eso es lo que pasó con los vestidos de novia que Camila escogió para su boda con Carlos III, dos diseños diferentes, pero de la misma firma y con los que se sentía ella misma, pues ambos eran fieles a su estilo.
Hace veinte años que la pareja se juraba amor eterno en una ceremonia civil, discreta y perfecta para unas segundas nupcias. Un evento para el que Camila escogió un outfit que no fue el mismo con el que se trasladaron a la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, donde tuvo lugar un servicio religioso donde les dieron su bendición. Dos vestidos para dos momentos clave en el gran día de Carlos III y Camila, actuales reyes de Inglaterra.
La iglesia de Inglaterra no permitía una ceremonia religiosa, por lo que organizaron un enlace civil, algo que tampoco fue nada sencillo, porque, en principio, la ley de matrimonios civiles no se aplicaba a miembros de la Familia Real británica. Finalmente, consiguieron cumplir con sus planes y se casaron discretamente y ante 24 invitados en el Ayuntamiento de Windsor.
Para la ocasión, Camila escogió un conjunto diseñado a medida de color crema de la firma Robinson Valentine, confeccionado en gasa de seda, tenía el cuello redondo y el largo hasta las rodillas, lo cubrió con un abrigo del mismo color, bordado a mano, y remató su estilismo con una pamela de rafia adornada con plumas, obra de Philip Treacy. Un par de años después recuperó este vestido para inauguración de la Asamblea Nacional de Gales, lo que hace que sea una de las pocas novias reales que ha vuelto a utilizar su vestido de novia.
El segundo de los looks es el más recordado, porque era el que lucía en las fotografías oficiales, esas en las que aparecía la reina Isabel II y el duque de Edimburgo, quienes optaron por no acudir a la ceremonia civil, aunque sí que estuvieron en la bendición religiosa, que corrió a cargo del arzobispo de Canterbury.
Este nuevo vestido era también de la firma Robinson Valentine, en este caso un diseño largo y en color azul porcelana. Lo completó con un abrigo de una tonalidad similar, adorado con bordados de oro y cuello chimenea, un estilo que parece ser del agrado de la actual monarca, pues ha lucido algunos looks con cortes similares desde entonces. Si en la primera ceremonia lució una pamela, para esta escogió un elegante tocado de plumas doradas, obra también de Philip Treacy.
Además, cumpliendo con esa pequeña tradición, la pareja quiso pasar la noche anterior a su enlace separada, un enlace que tuvieron que retrasar un día por el fallecimiento del Papa Juan Pablo II y en cuyo funeral se esperaba la presencia de Carlos III. Por suerte, una vez que las cosas se calmaron y llegó el gran día, todo salió bien.
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