Los fastos en torno a la muerte y entierro de un papa están rodeados de una impresionante puesta en escena y de un rígido protocolo que se cubre de detalles simbólicos. Pero, al fin y al cabo, se entierra a un jefe de Estado, y en consecuencia los representantes máximos de los distintos países están allí para dar el último adiós al pontífice al que fueron a buscar “al fin del mundo”, como él mismo dijo al tomar posesión de su cargo en 2013.
Ya sabemos quiénes acudirán por parte de España: las vicepresidentas Yolanda Díaz y María Jesús Montero, el ministro Félix Bolaños y Alberto Núñez Feijóo acompañarán en la comitiva a los reyes de España, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, que ayer se desplazaron hasta la nunciatura apostólica junto a Sofía, la reina emérita, para firmar en el libro de condolencias. Los reyes estarán presentes en el entierro de Francisco I como lo estuvieron en su nombramiento; ¿recuerdas quiénes fueron a los entierros de Benedicto XVI y Juan Pablo II?
Los casi 27 años de pontificado de Juan Pablo II (fue el tercer papado más largo de la historia), unidos a su enorme popularidad, convirtió su entierro en el más multitudinario que se conoce y, desde luego, el que reunió a más jefes de Estado fuera de Naciones Unidas: acudieron más que al de Winston Churchill. Entre los nueve monarcas que estuvieron presentes en la ceremonia se encontraban los entonces reyes de España, que por entonces (Juan Pablo II falleció en 2005) eran Juan Carlos y Sofía de Borbón.
Hace hoy poco más de 20 años (el entierro tuvo lugar el 8 de abril), los reyes de España (acompañados por el presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el jefe de la oposición, Mariano Rajoy), vivieron el acto desde una de las primeras filas de la plaza de San Pedro (no así los cargos políticos). Lo hicieron, por supuesto, de luto riguroso y siguiendo el protocolo (la reina llevaba mantilla y peineta), y junto a los reyes de Dinamarca, Margarita y Enrique. Durante el acto se pudo ver la cercanía de los monarcas con otros reyes, como los de Jordania, Rania y Abdalá II, o con algunos jefes de Estado, y hasta alguna sonrisa, en especial por parte de Juan Carlos de Borbón. Al pasar el féretro, se pudo ver a los monarcas españoles bajar la cabeza en señal de respeto.
La muerte y entierro de Benedicto XVI, hace poco más de dos años, fue peculiar, ya que no murió como jefe de Estado del Vaticano, sino como papa emérito. Por tanto, en representación de la Corona española no acudieron los reyes Felipe y Letizia, sino doña Sofía. Se trató, por tanto, de una ceremonia inédita, a la que solo estaban invitadas dos delegaciones, la italiana y la alemana. El resto fue a título personal; de ahí que desde España se optase, seguramente por cuestiones de protocolo, por Sofía.
Junto a ella viajaron Isabel Celáa, embajadora de España ante la Santa Sede, y Félix Bolaños, ministro de Presidencia y Relaciones con las Cortes. Se trató de un acto solemne, pero con menos pompa debido a que se habían eliminado las partes aplicables a la muerte de un papa en activo. Al contrario que durante el entierro de Juan Pablo II, Sofía, a la que se pudo ver con un semblante serio, no lució las tradicionales mantilla y peineta: llevó la cabeza descubierta y un sobrio abrigo negro cruzado sobre un vestido también negro, y se situó junto a Felipe y Matilde de Bélgica, únicos reyes presentes en el acto.
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