Si hay alguien que ha puesto en jaque a la casa real española, esa es Corinna Larsen. La entrañable amiga del rey Juan Carlos parece haber perdido el miedo. Las supuestas amenazas de muerte que ha sacado a la luz estos últimos meses no han conseguido cañarla y ha demostrado estar más que dispuesta a tirar de la manta sobre los presuntos negocios opacos que implicarían al que fue monarca. Un comportamiento muy diferente al que tuvo durante los ocho años que duró esta relación especial, donde jugaron un papel clave sus hijos Anastasia y Alexander, cuyo cariño hacia el emérito habría sobrepasado el nivel de lo familiar, tal y como ha expresado Pilar Eyre en más de una ocasión. En Divinity ponemos cara y conocemos al detalle a los dos descendientes de la princesa alemana de la que todo el mundo habla.
Los dos hijos de Larsen vienen de dos matrimonios diferentes. Tras finalizar sus estudios de Relaciones Internacionales en Ginebra con 21 años, Corinna se traslada a vivir a París. Allí conocería a su primer marido, Philip Adkins, un empresario inglés que le llevaría a conocer a miembros de la alta sociedad londinense. Ambos deciden formalizar su relación cuatro años después de conocerse y se mudan a la capital británica, dónde nacería su primera hija, Anastasia Adkins, en 1992.
Anastasia, familiarmente conocida como Nasty, comparte muchos rasgos físicos con su madre -ojos de mismo color o mismo tono de pelo-. Incluso en cuanto a su estilismo, ya que es imposible distinguir el armario de la una y de la otra. Entre sus aficiones se encuentran la natación y el waterpolo, habiendo sido capitana del equipo escolar donde realizó sus estudios. Esta joven de 28 años se habría formado en el campus de Deerfield, ubicado en Massachuset, y después se habría trasladado a Nueva York para estudiar Historia del Arte y Empresariales en la prestigiosa universidad de Columbia.
Una carrera que habría compaginado con un contrato en prácticas en los departamentos de Arte Impresionista y Arte Moderno de Christie’s, una famosa casa de subastas londinense. Antes de este cambio vital, ya contabacon un currículum brillante, trabajando como becaria durante nueve meses en Tencent Inc, el portal de internet más visitado de China, además de trabajar junto al arquitecto Tom Grassim, según contaba en uno de sus artículos el periódico ABC.
Pero Nueva York y Londres no fueron los únicos lugares donde quiso desarrollarse personal y profesionalmente Anastassia, siendo Madrid donde desempeñó uno de sus trabajos más conocidos. La hija de Corinna fue “fichada” por el Museo Nacional del prado, según publicaba el periódico anteriormente citado hace unos años. Aquí habría realizado varias funciones para la galería, colaborando en la logística de las exposiciones temporales realizadas en la pinacoteca, realizando traducciones del español al inglés, redactando informes sobre las ventas online de la tienda de la colección y realizando presentaciones para sus jefes.
Alexander Kyril, su segundo hijo, vino de su relación con el aristócrata alemán Casimir zu Sayn Wittgenstein-Sayn, con quien pasó por el altar en Londres en una ceremonia secreta, ya que su familia no habría aprobado esta relación con la alemana, a la que habrían acusado de querer únicamente el título de princesa. Sin embargo, Casimir no hacía caso a los que le recomendaban alejarse de ella por su gran ambición hasta que terminó separándose de ella tan solo cinco años después, renegando de esta relación en la actualidad.
El primogénito de Corinna ya es mayor de edad, tiene 18 años y muchas son las informaciones que apuntan a que durante su adolescencia había conseguido establecer una estrecha relación con el rey Juan Carlos. Alexander sería un chico muy sociable y le gustaría, al igual que su madre, codearse con distintos miembros de la jet set internacional. Pese a su corta edad ya sabe pilotar aviones, tocar el piano, hace sus pinos en la gastronomía e, incluso, ha creado una fundación de su propiedad en Kenia, como señala el periódico el Mundo. En cuanto a sus estudios, el joven habría estudiado en un colegio suizo, el Aiglon, donde la matrícula asciende a los 40 mil euros por curso.
El hijo de Corinna habría sido una persona muy especial para el rey emérito durante los años 2008 y 2012, llegándole incluso a llamar "papá", según apuntaba Pilar Eyre en su blog de Lecturas. Durante este periodo de tiempo, Alexander pasaba grandes temporadas con su madre en la finca La Angorrilla, ubicada en el monte de El Pardo y colindante a la Zarzuela. Madre e hijo disfrutaron de una vivienda que remodelaron a su gusto, llegando incluso a construir un muro para preservar su intimidad o una piscina climatizada donde disfrutaban de su tiempo libre. Además, el joven habría practicado en este terreno de otras de sus grandes pasiones: montar en quad. El benjamín de Corinna habría paseado con este vehículo de motor por la zona donde residían, a pesar de estar prohibido al considerarse un parque natural protegido, según apuntaba Vanitatis.
Era tal la relación del joven con el rey que muchas informaciones indican que el famoso viaje a Botsuana del monarca, donde tuvo el sonado accidente en el que se fraccionó la cadera, habría sido un regalo para el joven Alexander por su cumpleaños. Un obsequio al que habría que sumar a la supuesta donación de 65 millones de euros que le habría realizado tras estas vacaciones y a los relojes de marca que presuntamente recibía todas las navidades.