Cuando la pusimos cara hace ya dos años, con motivo de su mayoría de edad, jamás imaginamos que veríamos a Carla Vigo en una portada del papel couché. Pero eso ya es una realidad. La sobrina de Letizia Ortiz, que perdió a su madre cuando apenas tenía siete años, ha concedido su primera entrevista para una revista del corazón. Y en ella habla de todo. De cómo gestionó la pérdida de Érika Ortiz durante la infancia o de qué tal lleva pasar de estar en Zarzuela visitando a sus primas Leonor y Sofía a volver a su casa de Aranjuez, a las afueras de Madrid, en Renfe. También se ha sincerado sobre qué suponen para ella las críticas, que son muchísimas, por su parentesco con la familia real española. Una reveladora conversación con la experta 'royal' Carmen Duerto para Semana de la que nos hacemos eco en divinity.es.
Este salto a los medios no es casual. Desde los 18 (ahora tiene 20), la jovencísima Carla Vigo Ortiz decidió utilizar sus apellidos como un altavoz. "Todavía no he descubierto del todo lo que tengo que ofrecer", asume. "Sí sé que tengo algo que aportar. ¿Qué es en concreto? No lo he pensado". De momento, tras pasar una temporada en Alemania ejerciendo de au pair, la nieta de Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz compagina sus clases de interpretación con su labor como influencer, algo que le ha "venido solo" después de abandonar sus estudios de Bachillerato para centrarse en el baile, el canto, el modelaje y las artes escénicas.
Nunca se planteó seguir los pasos de su tía en el periodismo ("no me gusta nada"), es firme defensora del feminismo, incluso se emociona durante la entrevista al hablar de la desigualdad de género, y su principal lucha está relacionada con los derechos del colectivo LGTBIQ. "Soy bisexual, me gustan los hombres y las mujeres. Muchas mujeres no me hablan y no sé por qué. No sé ligar con una chica", confiesa con espontaneidad.
Carla Vigo define su vida como "muy normal". Para ella "es muy obvio" el porqué suscita tanto interés, y aunque no le sorprenda, sí le gusta reivindicar que ella va en metro, en Renfe y que viaja a Granada "en un bus que cuesta 19 euros y que tarda cinco horas". En estas declaraciones para Semana confiesa que, aunque se ha acostumbrado a vivir entre dos mundos, "es muy raro estar un día en un sitio muy especial, reducido, elegante y vestida de largo" para luego volver a su casa con su padre y ponerse el chándal. "Es un cambio tan grande que mi cerebro se nubla", explica.
La naturalidad de esta aspirante a actriz es algo que llamó la atención desde que la conocimos. ¿No le han puesto trabas en Zarzuela para evitar polémicas por ser la sobrina de Letizia Ortiz? "Entiendo que hay ciertas cosas que no puedo decir en público", verbaliza. "He decidido que no hablo de nadie de mi familia porque a mí tampoco me gustaría que hablasen de mí. Lo que le pasa a la gente es que se piensa que todo me viene hecho, que yo no me gano nada y que hago una llamada y me cogen en cualquier sitio. Eso no es verdad".
Estos 20 años que lleva a sus espaldas, que define como "duros" ("he sufrido, he llorado mucho"), han estado marcados por la aceptación. "Mi vida es un poco rara y por eso a lo mejor ha sido algo más dura, pero hay niños en Siria en una guerra donde también se mueren sus padres", admite. Para ella, "fue muy duro" acostumbrarse a no tener a su madre. Y a ella, a la desaparecida Érika Ortiz, le ha dedicado unas palabras de amor en este debut mediático: "La llevo en mi corazón".