Los cepillos son uno de esos accesorios que más utilizamos en nuestro día a día. Es por eso que es normal que se acumulen los pelos y, sobre todo, que se ensucien, debido a su uso continuado. Por eso, es muy importante mantenerlos limpios, para que sigan haciendo su función y las púas no se estropeen. Pero, ¿cómo podemos hacerlo fácilmente?
Lo primero que habrá que hacer será eliminar todos los pelos que se encuentran en tu cepillo o peine. Para ello, podrás utilizar tus manos o algún objeto punzante que te ayudará a hacer palanca.
Una vez que ya hayas eliminado los pelos, el siguiente paso será limpiar bien el cepillo. Para ello, lo más recomendable será mezclar un poco de agua caliente con jabón o champú o algún otro producto con el que consigamos espuma. Así, se deberá remojar el cepillo durante unos tres o cuatro minutos. Y, luego, enjuagarlo. En el caso de que observes que la suciedad no se ha eliminado, siempre podrás optar por usar un cepillo de dientes con los que quitarás cualquier rastro de suciedad.
El último paso será dejar secar el peine en cualquier superficie justo encima de un paño que esté limpio y seco. Además, deberás agitarlo bien para eliminar cualquier acumulación de agua.
Antes de proceder con la limpieza debes saber que cada tipo de cepillo necesita una limpieza distinta. Así, por ejemplo, habrá que controlar la cantidad de agua que utilizamos para limpiar los peines de madera y, sobre todo, que esta no se quede acumulada. Para ello, lo más recomendable será hacer un lavado y secado lo más rápido posible.
Además de limpiarlos, también puede ser que quieras desinfectarlos. Este proceso lo tendremos que llevar a cabo, al menos, durante unas cuatro veces al año. Para ello, deberás mezclar un poco de amoniaco con agua, remojando el cepillo y enjuagando correctamente. También, podrás realizar la desinfección con un poco de agua y vinagre.