El jengibre es una de las especies que se utilizan cada vez más en nuestros platos. Es por eso que, en muchas ocasiones, se nos recomienda comprarlo fresco. Pero, ¿cómo podremos conservarlo durante el mayor tiempo posible?
El jengibre tiene una larga lista de beneficios para la salud. Desde servir para bajar los niveles de colesterol en sangre a tratar la indigestión, reducir las náuseas, la inflamación o reducir el dolor muscular. Además, se podrá utilizar como condimento en una infinidad de platos, batidos, postres o tés.
Uno de los mayores miedos al comprarlo fresco es que no dure demasiado tiempo. Para mantener su frescura habrá que tener una serie de cosas en cuenta. Lo más recomendable será comprar un trozo fresco, cuya piel no presente arrugas. Además, habrá que revisarlo bien para que no tenga ninguna mancha de moho.
Este tipo de productos suelen durar, más o menos, una semana en la nevera. Pasado este momento, lo más probable es que veamos cómo se estropea. Para que no sufra durante ese tiempo, lo más recomendable será cerrarlo de forma hermética, sacando el aire y colocándolo en el cajón de las verduras de nuestro frigorífico. Además, será esencial que la raíz no esté pelada. En el caso de que haya alguna parte cortada deberás secarla y, luego, almacenarla.
Una buena idea, y si sabes que no lo vas a consumir en un largo periodo de tiempo, será colocarlo en una bolsa o recipiente hermético que sea apto para conservar en el congelador. De esta manera evitaremos que el jengibre se queme por el frío. Además, en este caso no será necesario que lo peles o lo cortes en pequeños trozos. Esto se debe a que el jengibre congelado será más fácil de rallar.
Otra forma de conservarlo será hacerlo en vodka o jerez. En estos casos, el jengibre deberá estar pelado. Para ello, deberás colocar la raíz en un frasco, rellenarlo de alcohol, tapando el frasco y almacenándose en la nevera. En el caso de que no lo utilices habrá que sacar el jengibre, secarlo bien y cortar la parte que quieras.