Es poco usual que quienes se dedican al arte y la creación se circunscriban a una única disciplina: lo frecuente es que experimenten con varis, o que trasladen su estilo a otros ámbitos de sus vidas. Ocurre con las casas de muchas celebrities, que son fiel reflejo de sus personalidades, sus profesiones y sus intereses. Especialmente en el caso de aquellos relacionados con el mundo de la moda y del diseño. Sucede, por ejemplo, con la casa de Ágatha Ruiz de la Prada. También con la de María Escoté: la diseñadora tiene un espectacular piso en el centro de Madrid, que es fiel reflejo de su universo artístico y que cuenta con un curioso dormitorio en negro y rosa, un verdadero refugio para ella.
María reside desde hace ya seis años en dicha vivienda junto a su familia: su pareja, el periodista Iván Perlorio, y sus dos hijas en común, Alabama y Lila. Pese a que la modista suele ser bastante reservada a la hora de mostrar imágenes de los suyos, sí ha compartido cómo es por dentro la intimidad de su hogar en algún reportaje y en su cuenta de Instagram, donde las imágenes desde casa son habituales de vez en cuando.
El arte que destilan su trabajo y sus diseños se traslada en toda su magnitud a su hogar. Situado en un edificio del siglo XIX, con techos altos y molduras por doquier, Escoté ha querido romper con el clasicisimo original apostando por un toque kitsch, bien de color y un aparente “caos” estético que la diseñadora defiende es parte fundamental de su ADN artístico. Mucha luz natural y abundancia de obras de arte y plantas completan el conjunto.
Pero la barcelonesa ha procurado, al mismo tiempo, dejar un espacio al margen del estilo decorativo principal del resto de la casa: al mencionado caos de color y eclecticismo se suma la apuesta minimalista en el dormitorio principal, que rompe con las notas características del resto de la casa y cuenta, entre otros, con piezas de una conocida firma de muebles de bajo coste.
Dos son aquí los grandes colores protagonistas: el negro y el rosa. Si bien el segundo permite establecer cierta línea de continuidad con otras estancias de la casa, como el salón o el estudio de sus hijas, el primero rompe con el omnipresente blanco, que domina el resto de las habitaciones. María lo escogió con el objetivo de crear un “búnker” dentro de su propia casa, un refugio en el que poder descansar y desconectar en condiciones.
A las paredes, totalmente negras, se suma el tono oscuro de varias piezas del mobiliario, y de algunos detalles del mismo. El rosa, por su parte, está presente en distintos tonos a lo largo de las molduras, la ropa de la cama de matrimonio, los almohadones y algunos de los cajones de los espacios de almacenamiento. Colores vivos como el naranja, el rojo, el azul o el amarillo completan la paleta del dormitorio.
Este se nutre, además, de varias piezas provenientes de Ikea que han sido customizadas para la casa de la diseñadora en una colaboración de esta con la firma. Varios muebles sencillos de madera, como la cómoda, el cabecero, las estanterías o el banco, han dado paso a obras únicas, con mezcla de colores, cristal y mucho estampado Escoté. Las colecciones de perfumes, velas y muñecas de Hello Kitty, junto con varias lámparas de diseño, jarrones kitsch y una alfombra roja son otros de los elementos principales.