El conducto auditivo externo acumula cera como un mecanismo de autolimpieza, lubricación del orificio y como protección frente a infecciones, entre otras funciones. Los auriculares inalámbricos, como es lógico, se acaban ensuciando tras su uso diario de cera y restos corporales. Si se pretende que funcionen correctamente durante años se debe aprender a limpiar los auriculares inalámbricos sin dañarlos.
A veces se piensa que los auriculares inalámbricos se han roto porque han dejado de escucharse tan bien como al principio. Después, los mismos técnicos aseguran que tan solo se trataba de un problema de acumulación de suciedad. Por tanto, hay que limpiarlos a menudo y hacerlo a conciencia. Es la mejor forma de prevenir fallos y problemas graves cuya reparación no compense por lo que puede subir la factura en comparación con unos nuevos.
La primera clave a la hora de limpiar unos auriculares inalámbricos está en no sumergirlos en ningún caso en agua, ni utilizar un trapo o una bayeta empapados. Es un aparato electrónico y el agua es su peor enemigo, sus piezas se estropearían automáticamente y además se oxidarían sin remedio.
Los expertos en este tipo de aparatos aconsejan utilizar alcohol isopropílico para su limpieza. Se trata de un compuesto químico muy común para la desinfección y limpieza de aparatos electrónicos. Es incoloro y espesa cuando baja la temperatura. Hay tres condiciones de uso como medidas de precaución: desprende un fuerte olor, que no se debe inhalar, es inflamable, por tanto, hay que almacenarlo lejos de una fuente de calor, y puede irritar la piel, con lo cual se recomienda utilizar guantes.
Además de los guantes, para limpiar los auriculares inalámbricos se necesita un trapo de microfibra o una gamuza que no desprenda pelusa y un cepillo pequeño de cerdas blandas y suaves con el que llegar a todos los rincones de difícil acceso. Sirve un cepillo de dientes de los que se emplean para la limpieza de cicatrices o puntos de sutura en el interior de la boca. En los grandes comercios también se venden cepillos especialmente diseñados para la limpieza de auriculares.
El primer paso es apagarlos, sacarlos de su estuche de carga y desenchufarlo de la corriente porque también habrá que limpiar este estuche que día a día va acumulando suciedad igualmente.
En caso de que los auriculares lleven gomillas de silicona, habrá que extraerlas y limpiarlas por separado. En este caso sí se pueden sumergir en agua y frotarlas suavemente con un jabón suave, además es la parte que más suciedad retiene. A continuación se ponen a secar y se podrán volver a montar una vez no quede ni rastro de humedad.
Tanto los auriculares como el estuche de carga se deben limpiar con la gamuza o trapo mojado con un poco de alcohol isopropílico. Así se consiguen quitar todas las manchas, eliminar cualquier resto de suciedad y desinfectar. Este líquido además se evapora enseguida haciendo su función sin mojar el aparato. El cepillo, también humedecido con el compuesto, se puede utilizar para llegar a los espacios de más difícil acceso. La zona que requiere una mayor delicadeza es la malla de los auriculares en la que no se debe ejercer presión.
Por su parte, el estuche se puede limpiar por fuera con la misma gamuza mojada con el alcohol y emplear el cepillo para el interior de los orificios donde se guardan los auriculares. Si el cepillo no es suficiente o no cabe también resuelven la operación un bastoncillo de limpiar el pabellón externo de las orejas. Ya limpios y completamente secos todos los componentes, se pueden utilizar de nuevo o poner a cargar.