Un imprevisto ha impedido que María Pombo y su marido, Pablo Castellano, se instalasen en su nuevo hogar. La pareja anunciaba hace varios meses que se habían comprado una casa, que llevan meses construyendo. Pero la pandemia de coronavirus ha ralentizado los planes, retrasando la llegada de muchos de los muebles, y ha provocado que la influencer haya decidido, mientras tanto, ir a pasar unos días a casa de sus padres.
Esta mudanza supondrá el adiós definitivo de un entorno que los seguidores de Pombo conocen bien: el piso madrileño en el que la pareja lleva viviendo los últimos cuatro años de alquiler. Un lugar del que ambos ya se han despedido "con un nudo en la garganta", aseguraba María en sus stories de Instagram.
Su casi millón y medio de seguidores estaba muy acostumbrado a ver el lugar en el que convivían María y Pablo hasta ahora. Y más últimamente: la cuarentena ha provocado que su antiguo hogar se convirtiese en el escenario de todas sus publicaciones y directos en redes sociales. Con motivo de su mudanza, repasamos cómo era por dentro el piso en el que la pareja había echado raíces en los últimos años.
En verano de 2017, María publicaba en su canal de YouTube un 'house tour' en el que mostraba todos los detalles de la casa que estrenaba entonces. Un piso de dos dormitorios, con todas las paredes en blanco, para la que apostaba por los tonos "nórdicos e industriales". Gracias al vídeo, que acumula ya más de 700.000 reproducciones, y a sus publicaciones en redes, hemos podido colarnos en el interior de la vivienda.
El piso contaba con el salón como estancia principal, la primera al acceder a la vivienda. La habitación estaba presidida por un sofá en forma de ele en un tono entre gris y azul metalizado, con vistas a un gran televisor escogido por Pablo, cuyos cables tapaban dos grandes macetas. "No me había sentado en un sillón más cómodo en mi vida", reía María en el vídeo.
Entre el resto de muebles de la estancia, mucha madera en tonos claros combinada con metal: desde la mesa baja (realmente dos de distintos materiales) hasta una pequeña estantería en una de las esquinas. Las luces indirectas, un gran espejo o una mesa de comedor en cristal (para las visitas y los invitados), eran otros de los elementos de la habitación.
La cocina estaba separada del salón por una puerta de cristal. Exterior, en tonos blancos y oscuros, con bastante espacio para el almacenamiento y de tamaño más bien modesto: "Para lo que cocinamos Pablo y yo, suficiente", aseguraba Pombo.
El vestidor era una de las estancias favoritas de María. Aunque más bien pequeño, contaba con estanterías y baldas en las dos paredes principales. "Estoy encantada, aunque ya me falta espacio", pronosticaba ya entonces la influencer. En la pared restante, una cómoda con muchas cajas y cajones para guardar el maquillaje, y un espejo.
El dormitorio de la pareja estaba presidido por una cama, en tonos blancos y negros, con un cabecero a juego en madera gris. Dos mesillas pequeñas en blanco y una cómoda gris en uno de los laterales de la habitación completaban la estancia, en la que también había hueco para un espejo, más plantas, y un gran cactus de decoración en mimbre.
La vivienda contaba también con una segunda habitación para los invitados, con escritorio para trabajar, armario y cama nido en tonos verde menta. La casa contaba con dos cuartos de baño, interiores, que la pareja se dividía. "No os creáis que me mata este baño", confesaba Pombo hablando del suyo.