Que La Palma es una isla mágica lo saben aquí y en Pekín. Su atractivo cala hasta el corazón para quedarse ahí. Cuando llego a cubrir El Festivalito La Palma, un certamen de cine que celebra su decimonovena edición en las localidades de El Paso, primero, y la capital, Santa Cruz, después, no tengo ni idea de dónde me estoy metiendo. “Vente, es único”, me anima Sonia Uría, jefa de prensa del festival. No exagera. Este año la homenajeada y premio Estrella Polar es Malena Alterio, flamante ganadora del Goya a Mejor actriz de este año. Además, durante una semana la isla de La Palma se convierte en un plató gigante para más de 150 cineastas. “Haremos caminatas para ver el volcán y asistir a un montón de conciertos”, me explica por teléfono Jose Víctor Martín Fuentes, ideólogo y fundador del Festivalito La Palma junto a su mujer, la coordinadora del certamen Virginia Park Shin, y creadores de la productora Chukumi Studio. Como si hiciera más para convencerme.
Nada más llegar el viernes 21 de junio, me recoge Pepe Julio, programador del Festivalito. En dos minutos es como si nos conociéramos. Aún no soy consciente, pero es una de las características del concurso. La gente con la que te encuentras está abierta a compartir. Nos une el amor por el cine. Y la isla de La Palma es el laboratorio donde se van a convertir en películas de, como máximo, cuatro minutos de duración. Tras un rato, aparece Óscar Santamaría, cineasta que se hospeda, como yo, en los Apartamentos Dulce Valle Villas & Spa. Ayudante de dirección y montador, aquí se atreve con algún corto. Recuerdo las palabras José Víctor, el lema aquí es ‘búscate la vida’. Así, todo fluye. Tras dejar las maletas, vamos al cuartel general del Festivalito. Todo el mundo está 'on fire'. Luego como con José Víctor y Pepe Julio una deliciosa sopa de picadillo, queso asado con mermelada de higos y chicharrones embadurnados en gofio, todo típica comida palmera. “Estos chicharrones o los amas o los odias”, advierte José Víctor. Tras zamparme seis de estos peculiares torreznos, queda clara mi opción.
Por la tarde llegan más periodistas. Montamos un grupo de WhatsApp que será clave para convertirnos en amigos, y nos ponemos las galas, "arreglás pero informales", para la inauguración. Aunque, en realidad, el Festivalito Lab lleva un par de jornadas realizando talleres sobre cine. En la gala, la actriz Lola Dueñas, palmera adoptiva, sube a entregarle el premio Estrella Polar a Malena Alterio, que da las gracias y dice que este certamen le recuerda a sus inicios, a la autenticidad del cine, “a atreverte a experimentar para equivocarte, aprender y conseguir grandes aciertos”. Orson Welles decía "yo no busco la excelencia sino pasármelo bien haciendo cine con mis amigos". El Festivalito es eso. Albert Plá, en vídeo, desvela el lema del concurso este año: “lo mal que estamos y lo bien que lo pasamos”. Luego toman el escenario Delia Santana y Javier Auserón, autores del espectáculo 'Farándula', que han adaptado para esta noche. La espectacular cómica canaria se erige como una diosa. La gala pasa volando y nos hacemos fans. Mensaje para Antonio Banderas: ¡ficha a esta mujer cuanto antes!
La banda de rockabilly Tihuya Cats abre los conciertos. Por la sala se puede ver a Lola Dueñas y Malena Alterio, muy buenas amigas, dándolo todo. La cineasta palmera Mercedes Afonso, a punto de presentar su primera película, señala que el Festivalito además de escuela de cine, ha supuesto un impulso cultural para la isla. “Recuerdo la ilusión de Joselito cuando lo creó. Entonces no había ningún festival que hiciera cine express, luego lo han copiado otros”, dice. Al ver a Delia Santana de fiesta, me acerco a darle la enhorabuena. Está abrumada. “No paráis de decirme que he estado maravillosa, me lo voy a acabar creyendo”, comenta. Le hago reverencias, y se parte de la risa. El combo Noches de Fantasía rejuvenece el musicón y al público. Baile hasta las mil, pero poco que contar: lo que pasa en el Festivalito se queda en el Festivalito.
La mañana del sábado, tras la chocolatada del festival y un encuentro con los participantes donde te puedes ofrecer para realizar labores en otros cortos –yo me ofrezco para hacer de muerta, una ilusión que tengo–, nos marchamos a conocer el volcán Tajogaite. Alba Pérez, responsable de prensa insular del certamen, nos resume lo que ocurrió allí. Las vistas son espectaculares, es un momento de respeto y homenaje por las personas afectadas. Cerca conocemos a una familia a cuya casa casi llegó a rozar la lava. Se quejan de que ahora necesitan una hora y media para hacer un trayecto que realizaban en quince minutos. Hablar con ellos es otro de los regalos del festival. Luego marchamos a la comida de confraternización de los asistentes al certamen, una deliciosa garbanza. En un bosque de gigantescos pinos, damos cuenta del delicioso potaje canario y seguimos hablando de cine y de vida.
Una ducha rápida y al Bar Central, al encuentro con Malena Alterio. A la salida, y tras varios días cruzándonos, Malena me saluda como si nos conociéramos. Le pido hablar con ella. No hay protocolos, todo fluye. El estrés habitual en otros certámenes, tanto de los periodistas como de los intérpretes, aquí no existe. La actriz se ríe cuando le comento que la vi darlo todo en la pista. “Lo pasé muy bien”, reconoce, y destaca que “de este festival, me emociona profundamente su labor realmente creativa, de integración y de conocimiento entre cineastas. Nos pone en contacto”. Pero, además, me cuenta que le ha flipado con algo: “Antes de invitarme, han hecho indagaciones sobre mi calidad humana, más allá de artística. Creo que eso dice mucho de ellos”, cuenta, y apostilla “creo que tuve buena suerte, mis contactos hablaron bien de mí y por eso hoy estoy aquí charlando contigo”.
La actriz explica que le ha flipado cómo los participantes en el Festivalito se multiplican para participar en sus cortos y en los de otra gente, haciendo cualquier función que sea necesaria. “Creo que la gente de cine deberíamos de pasar por todos los departamentos. El cine es, fundamentalmente, equipo. Y eso te permitiría ponerte en la piel de tus compañeros,” apunta. Le digo que la quiero el año que viene en nuestro corto –pienso repetir y participar–. Lo promete, si consigue venir. Más en serio, le pregunto por qué no valora ser realizadora. “Me gusta más estar al servicio de quienes dirigen, porque tienen que tomar muchas decisiones, contestar a preguntas y sostener muchos miedos y conducir barcos, a veces pequeños, a veces enormes. Los admiro profundamente, pero no me veo ahí, por ahora”. Tras el fin de semana festivalero, Malena resume lo que todos sentimos: “no me he ido y ya quiero volver aquí. Me molaría vivirlo bien, quedarme y hacer yo un cortito o participar en alguno. Aquí, sí me atrevería”. Por la noche, aunque el cansancio hace mella, volvemos a acostarnos tarde. Los grupos de punk Ponzoñosos y Malformaciones Kongénitas, y Guagua Band, de ska, nos vuelven a hacer bailar sin fin.
El domingo regreso a casa. Tras pocas horas de sueño y con la nevera vacía –no me dio tiempo ni de pillar café–, me siento en el porche. “Ey, te vi bailando ayer”, me dice Óscar Santamaría, el cineasta al que conocí el primer día. Me ofrece café recién hecho y tostadas que saben a gloria. Él es un habitual del Festivalito. “Normalmente vengo con mi novia, Zhana Yordanova, directora de fotografía”, dice. El año pasado ganó el premio al mejor actor. “Sí, me apunto a todo”, comenta con una sonrisa. No es su único galardón, también se llevaron el la Estrella Reserva Mundial de la Biosfera por el filme 'Contrafuga', y el del público por 'Todo tiene su hora'. Pero ojo, aquí no se premia al mejor, sino al más destacado. Se van uniendo cineastas. Marta Torrecilla ha hechos tres filmes. “Es como un campamento, compartimos ideas, creamos”, dice. Fernando Alcántara destaca que “gracias al certamen, varios cortos que he rodado aquí han tenido distribución”. Yon Bengoechea, también realizador, confiesa que “ayer tenía resaca, pero hoy me he levantado con un hillillo para tirar”. “Yo también”, dice Fernando. Ahora los pondrán en común y a ver qué sale. “Lo más bonito es eso, colaborar”, subraya Marta. Ojalá me pudiera quedar, pero toca irse. En el aeropuerto, "chacho", echo de menos a mi gente del Festivalito. La sensación me recuerda a cuando acababan los viajes de fin de curso. Mi experiencia ha terminado pero, en realidad, ahora empieza todo. La gente del cine que puebla esta semana la isla andan gestando sus ideas. En breve, oiremos las claquetas. Silencio, se rueda... En La Palma.