Leonardo González Feliz, más conocido como Leo Harlem, nunca imaginó que acabaría siendo uno de los cómicos españoles que más taquilla hace. Sus padres se mudaron de León a Valladolid cuando él era un niño y actualmente, a sus 58 años, sigue considerando esa ciudad su casa, a pesar de vivir en Madrid por motivos laborales. Sus primeros años fueron en una panadería, un trabajo que combinaba con sus estudios: primero quiso empezar Arquitectura, una carrera que terminó abandonando para estudiar Derecho. Pero sus amigos tenían claro que su futuro estaba sobre el escenario. Y no se equivocaron.
Leo aceptó la idea de que sus amigos le grabasen mientras actuaba en un bar, algo que terminó siendo el inicio de su ya conocida carrera profesional. El vídeo fue seleccionado para la gran final del tercer certamen de monólogos de ‘El Club de la Comedia’ en el año 2001. Y ahí empezó todo. Harlem era el nombre del bar vallisoletano donde trabajaba antes de dedicarse a la comedia, un nombre que adoptó como apellido artístico. “Allí se ponía música de Jazz, Soul… y se me quedó el nombre como si fuera mi propio apellido. Imagínate que me llego a llamar artísticamente Leo González, ¡parece la placa de un podólogo en la calle! Solo le falta añadir 2·C”, contó en una entrevista para Diez Minutos.
Han pasado veinte años desde que se mudó a Madrid para trabajar como humorista. Además de la localización geográfica, son muchas otras las cosas que han cambiado en su vida. “Vivo un poco mejor porque gano más dinero como actor y humorista que como camarero”, admitió en una entrevista. Leo Harlem considera que lo más importante es que gracias a su profesión aprende cada día y que conoce a gente “muy interesante”. “He perdido la tranquilidad de vivir en una ciudad pequeña, pero el 95% de los cambios que he hecho han sido para bien”, aseguraba.
Actualmente está en la tele, en los teatros y en cine. A pesar de ser una de las caras que reconoces por la calle y puedes ver a diario, es uno de los pocos famosos que ha sabido mantener su vida privada en la intimidad. Poco se sabe de él fuera del escenario, salvo que lleva más de treinta años con su pareja, Nuria, a la que conoció durante su etapa en la universidad. El cómico no tiene hijos, a pesar de llevarse “bien” con los niños: “No soy padre en la vida real, pero en las películas no paro de tener hijos”.
Además, Harlem colabora con varias ONGs en Valladolid, porque allí los contactos son “más directos”: con el Banco de Alimentos, con Aspaym (Asociación de Parapléjicos y Grandes Disminuidos físicos), y con la Fundación Personas (con discapacidad intelectual).
Ni política, ni religión, ni mujeres, ni sexo. Estos son los cuatro temas de los que Leo Harlem no quiere hablar en sus monólogos. “Yo podría ser más gracioso hablando de eso, pero crearía tensión y lo que pretendo haciendo humor es que la gente se ría”, contó hace tres años al medio citado anteriormente. El humorista prefiere reírse de “las bobadas” que se ponen de moda, algo que hacemos todos y con lo que consigue llegar a más gente.