Elvira Lindo, en el 30 aniversario de Manolito Gafotas: "Hemos creado a los niños un mundo estresante, me da pena"

Si escuchas el nombre de Manuel García Moreno, seguramente que no caigas en él. Y eso que pocas personas son tan conocidas en el 'mundo mundial' –o al menos en España–. La cosa cambia si en vez de ese nombre tan castizo, tan común, escuchas el de Manolito Gafotas. Un personaje transgeneracional, casi un icono pop al que han rendido homenaje figuras como C Tangana o Carlangas, que llevamos leyendo treinta años.

Fue en 1994 cuando apareció el primer libro de este niño de barrio –Carabanchel Alto más concretamente– que cuenta su realidad y la de su familia con mucho humor. Pero este personaje tan popular empezó a gestarse antes. Tal como cuenta su creadora, la escritora Elvira Lindo, nació como los cuentos orales, pero en vez de alrededor de la lumbre, alrededor de las ondas.

“En la radio empecé a escribir cuentos y sketches porque me divertía. Tomaba voces de gente de la emisora y un día usé la voz de un niño. Nos hizo gracia, pero ahí quedó. Luego se hizo un programa de música clásica y yo ponía la voz de un niño de Carabanchel. Esos fueron sus inicios, con una fuerte identificación de barrio y clase popular”, explicaba la escritora en la presentación del libro hace unos días en la librería La Mistral de Madrid.

Después dio diferentes saltos por otros programas y en uno de Radio Nacional hacía de un niño que a la una de la mañana hablaba por la radio. Sus padres se habían bajado al bar y su abuelo estaba dormido. “Pero probablemente fue con Fernando Delgado, en el programa de 'A vivir que son dos días' de la Ser, cuando empezó a ser muy popular. Ahí publiqué el primer libro sobre Manolito, el cual se empezó a leer de inmediato muchísimo”.

¿Por qué gusta a todas las generaciones Manolito Gafotas?

Tal como cuenta Lindo, no solo los niños, sino también los maestros, profesoras, padres y madres encontraron un libro con el que se divertían. Por lo que se convirtió muy rápido en una lectura transversal y en un éxito. “Me empezaron a llamar de muchos colegios, los niños me preguntaban por el segundo libro… Y, aunque en un principio no lo tenía previsto, seguí con los siguientes”.

Tantos, que a día de hoy cuenta con ocho libros que la editorial Seix Barral ha juntado en un estuche para conmemorar los treinta años. Lo que no tiene claro la escritora es si tendrá sentido sacar otro ejemplar más sobre Manolito Gafotas. Entre otras cosas, porque para ella ha dejado de ser suyo y es una creación de los lectores. “Hacen una interpretación, lo identifican con su propia vida, han construido recuerdos con el personaje, hablan como él, imitan ciertos juegos… es cultura popular, algo colectivo. Yo me suelo acordar menos de él”, explica.

Un personaje que piensa que no se puede crear –y aquí uno añade: ni disfrutar–, si no tienes todavía la niña o el niño dentro. “Siento que hay un hilo que me une a esa voz y dejo que se exprese. Diría que es fantasioso, maniático, algo celoso, no el más audaz, no el que tiene las virtudes más celebradas, pero con mucha capacidad de contar historias. Un personaje un poco cobarde al que dan ganas de abrazar. Algo que es muy bonito son las conversaciones que tiene con su abuelo. Los padres son los que crean las reglas, los que reprenden, a los que desobedeces, pero con otra persona de tu familia puedes crear una conversación de igual a igual”.

El barrio, antes y después de Manolito

Otra de las características que han hecho que Manolito Gafotas tenga tantos lectores es por el lugar en el que está emplazado: el barrio. En este caso es Carabanchel Alto. Al principio, cuando salió el libro, cuenta Elvira Lindo que hubo un malentendido con esto: “En las entrevistas que me hacían parecía que Manolito fuera un personaje lumpen [según el diccionario panispánico de dudas significa pertenecer a un grupo social que atenta sin ningún tipo de principios contra la seguridad de los individuos o colectividades, bajo un ánimo rapaz y delincuencial]. Pero para nada es así. Era una realidad que se vivía”.

En los años 80 se miraba con condescendía al mundo de los barrios. Tuvo que venir gente joven a resignificarlo

Y añade: “En los años 80 se miraba con condescendía al mundo de los barrios. Tuvo que venir gente joven a resignificarlo. Ahora lo que tenemos que defender es que no los echen de allí. En Manolito el territorio es muy urbano y es el alma de los barrios lo que sale ahí. Se había hecho literatura para adultos así, pero menos para niños. Ahora cambiaría, pero no tanto. La inmigración sería en vez de española, latina; estaría la amenaza de los que tienen mucho a los que tienen poco, los fondos buitre. En los barrios es donde se está cociendo nuestro futuro. Representan más de lo que creemos”.

¿Y cómo pensaría el Manolito hoy en día? “Nunca he puesto al protagonista al margen de mis opiniones. Él tiene su mundo y en él puede ver lo que está sucediendo. Le puede dar miedo lo que ocurre en la tele, o que un fondo buitre compre su casa. Los niños están viviendo miedos con los que nosotros no contábamos. Pero es una edad en la que siempre se tiene esperanza. En los barrios hay solidaridad”.

Las expresiones de Manolito y 'el imbécil'

Desde hace unos años, la corrección política ha llegado a diferentes ámbitos. Y la literatura infantil no podía quedarse fuera. Quien haya leído Manolito Gafotas habrá podido comprobar que muchas de las expresiones que usa están muy alejadas de ella. Solo hay que fijarse en su propio mote, Gafotas; en el de su hermano, el imbécil; o en el de su mejor amiga, bragas sucias.

Sin embargo, Elvira Lindo no considera que haya que hacer limpieza alguna. “La literatura se acerca a los niños de otra manera. Yo no he pretendido educarlos con mis libros. No soy una persona pedagógica. No estoy aquí para enseñarle nada a nadie. Los motes de los personajes eran muy naturales para los niños y sabían muy bien que no tenía que ver con la inteligencia del personaje. Aun así, creo que cuando creas un personaje vulnerable, estás tendiendo una mano. Estás haciendo algo por ello. Pero sin moralina”.

Y defiende que hay que exponer “a los niños a historias que unas veces son para reír, otras para llorar, que dan miedo, otras generan emociones que no se saben explicar, etc. Ahora, en cuanto ven algo en la reacción de sus hijos que puede perturbarles, lo cierran y cambian por otro. Me parece que así les estás creando una blandura emocional y que no les están metiendo en el mundo de la literatura, que es otra cosa. Hay que ser más divertido y relajado con los niños”.

Lo que sí que cree es que Manolito puede seguir transmitiendo mucho a los niños de hoy en día. “Creo que los niños tienen un exceso de información y actividades. Les hemos creado un mundo a veces estresante, que a mí me da pena. Están cargados de clases extraescolares. Por eso no me parece casual que haya una película que se titule 'Bebé jefazo'. Parece que los estamos educando para que triunfen en la vida. Por eso un libro como Manolito, en el que los niños bajan a la calle, juegan con sus amigos, hay un parque con un árbol y un banco, en el colegio se conocen… es un mundo protegido. Creo que puede ser una vida muy saludable para un niño, una vida que seguramente le gustaría vivir”.

Suscríbete a la newsletter de Divinity y recibirás toda la información de celebrities y corazón cada semana en tu mail.