"Estoy escribiendo mi historia desde el día en que me diagnosticaron cáncer, os he cambiado el nombre a ti y a papá. Cuando lo termine, lo leerás y lo publicaré. Donaré los beneficios a la investigación del maldito cáncer", le confesó Aless Lequio a Ana Obregón. Madre e hijo se encontraban en ese momento en Estados Unidos, país al que se mudaron durante más de nueve meses para que él pudiese comenzar un tratamiento concreto contra El sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer poco frecuente que en el año 2020 terminó con su vida.
Desde el 13 de mayo de 2020 que falleció su hijo, Ana Obregón está volcada en continuar su legado. Una de las cosas que le prometió fue traer a sus hijos al mundo, la "última voluntad" del joven, que quería ser padre de familia numerosa. Ana Sandra, la hija de Aless Lequio, nació el pasado mes de marzo y la actriz cumplió así uno de los sueños de su hijo. Y el segundo también se ha hecho realidad. Unos años después de que él empezase 'El chico de la musarañas', que era el título del libro, su madre ha conseguido terminarlo relatando su propia experiencia sobre cómo afrontó la enfermedad del joven.
Obregón ha conseguido que nada de este libro se filtrase antes de tiempo y ahora, por fin, han salido a la luz las páginas que Aless Lequio dejó escritas antes de morir. Es en su relato en el que, bajo el título de 'El chico de las musarañas', Lequio Junior comenzó a contar los primeros síntomas que tuvo de su enfermedad y cómo los médicos le diagnosticaron hemorroides sin conocer que se trataba de una problema mucho más importante.
Bajo el nombre de "don Ernesto" y "doña Aitana", Lequio Junior dejó escrito en esas páginas la verdadera relación de sus padres. A su padre le definía como una persona "dotada de un carisma y un sentido del humor que cosen su imagen al recuerdo de cualquier bípedo con condición de humano". También hablaba de él como "un seductor innato" al que ellas buscan "para darle afecto" y ellos "para romperle las piernas, algo habitual en los hombres que hacen historia".
A su madre la describía como una actriz "de las que han peregrinado en Hollywood", de las que "nunca dejan de trabajar" y de las que "hacen teatro delante de tus narices y te regatean sin darte cuenta". "Los primeros 15 minutos de cualquier conversación con mi madre están ocupados por su monólogo habitual de apreciaciones que sientan como un hielo en la espalda", escribió sobre Ana Obregón, a quién puso de nombre ficticio "doña Aitana".
Sobre la relación que mantuvieron sus padres aseguraba que fue "breve, pero llena de acontecimientos, poniendo fin a la misma tras conocer a otra mujer menos agraciada transcurridos los doce meses de comenzar la vida en pareja". Desde ese momento, "don Ernesto y doña Aitana", es decir, Alessandro Lequio y Ana Obregón, "galán italiano y musa española" son, en palabras de Lequio Junior, "mejores amigos y forman el tándem perfecto para lidiar con los asuntos referentes a mi persona". "Claro está, todo ello gracias a la constante bondad de doña Aitana, quién perdona más que una máquina de hacer cucuruchos", matizó el joven.
También quiso hablar en su libro de la nueva familia que formó su padre, que se casó con "doña Natalia" (que es María Palacios), "madre de la hija que comparten". Ginevra Ena, que es la hermana pequeña de Alessandro Lequio, en su libro aparece como Olimpia. En el momento que escribió sobre ella tenía "un año y poco meses" y aseguró que se parecía a él. "Bueno... a la versión superdotada de mí. Yo me quedo a medio camino", escribió.
De eso también habló en su libro. En las páginas que él comenzó a redactar, Aless narra de manera ficcionada sus primeras visitas al hospital tras dolores muy fuertes en el recto. Hacía poco que se había ido a vivir con "Karen", que es el nombre ficcionado que ha elegido para la mujer que en aquel momento compartía vida con él, y tenía algún que otro desencuentro con su madre. "Llevas dos años que no aciertas ni una, hijo mío. Desde que estás con esa niña no haces más que hacer el memo. Te ha abducido. ¡Ya ni te reconozco!", llegó a decir Ana Obregón a su hijo sobre la que en aquel momento era su novia.
En referencia a la relación que su madre mantenía con sus novias, Alessandro Lequio también dejó escrita una reflexión muy clara: "No hace falta ser Freud para entender los motivos que esconde el comportamiento de una madre soltera y temperamental frente a la primera pareja seria de su hijo único. Acabas aceptando la sobreprotección y solo saltas cuando las maneras rebasan los confines del respeto. Cosa que empezaba a ser frecuente y no era del todo sano".