En marzo de 2020, la vida de todos los españoles cambiaba radicalmente. La alerta sanitaria a nivel mundial provocada por el coronavirus nos obligaba a quedarnos en casa durante más de dos meses mientras el número de contagiados y fallecidos por el virus se disparaba. En medio de esa caótica situación, Fernando Simón se convirtió en el rostro visible de la pandemia. Médico especialista en enfermedades contagiosas, nos fue danto puntualmente los datos sobre el avance de la pandemia.
Simón se convirtió en una de las figuras públicas más relevantes de nuestro país en ese momento y eso le llevo a ser el objetivo de muchas y duras críticas por parte de algunos sectores. Finalmente, tras varios meses en primera línea y ofreciendo puntualmente los datos sobre la emergencia sanitaria en nuestro país, se apartó y devolvió el protagonismo a los políticos.
Aunque siempre ha mantenido su vida alejada del foco mediático (de hecho no tiene redes sociales), Fernando Simón no ha podido evitar que algunos datos sobre su faceta más privada salgan a la luz. Está casado con María Romay-Barja, una científica especializada en enfermedades tropicales y en el comportamiento humano que trabaja investigadora en el Centro Nacional de Medicina Tropical del ISCIII.
Juntos han formado una gran familia. La pareja tiene tres hijos con los que han recorrido medio mundo. Han vivido en Burundi, Cuba, Kenia, Somalia, Mozambique, Venezuela, Israel, Túnez, Argelia y Marruecos. Sin embargo, en 2003 decidieron poner punto y final a esta vida nómada e instalarse definitivamente en Madrid porque, según recoge Vanitatis, sus hijos "preguntaban por sus abuelos y sus primos". Desde entonces, sus hijos, que en los momentos de mayor popularidad de su padre se mantuvieron en un discreto segundo plano, llevan una vida totalmente normal en la capital.
Aunque ya no está en primera línea, Fernando Simón, quien ya en 2014 fue el encargado de explicar a España la crisis del ébola, sigue ocupando el mismo puesto que ocupaba durante la pandemia. Desde el año 2012 es director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, un organismo que jugó también un papel fundamental el pasado mes de octubre durante la DANA que arrasó varios municipios de Valencia y que provocó una oleada de solidaridad en la sociedad. Tras lo ocurrido, el centro dirigido por Simón estuvo involucrado en la gestión de la crisis mediante la vigilancia de posibles brotes de enfermedades debido al riesgo de exposición a agua y alimentos contaminados o la inhalación de patógenos.
Además, Simón compagina su cargo de director de este organismo con la docencia en la Escuela Nacional de Sanidad, que está integrada dentro del Instituto Carlos III.
Hijo de un prestigioso psiquiatra y nieto de un veterinario, la vida del epidemiólogo está marcada por la muerte de su madre a causa de un cáncer. La ciencia siempre ha tenido mucha importancia en su familia. De hecho, de sus cinco hermanos, dos estudiaron veterinaria y otro farmacia.
En cuanto a él, Fernando Simón estudió medicina en la Universidad de Zaragoza y tras finalizar trabajó en varios municipios de Huesca haciendo sustituciones y en Zaragoza como médico de urgencias a domicilio. Sin embargo, no tardó en darse cuenta de que ese no era su camino. Tras algún tiempo trabajando se marchó a África y comenzó a trabajar en un pequeño hospital de Burundi. De ahí se trasladó a Somalia. La experiencia, que le sirvió para valorar la sanidad pública, le marcó tan profundamente que le llevó a diplomarse en Epidemiología en la London School of Hygiene and Tropical Medicine.
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