Han sido muchas las ocasiones en las que Fabiola Martínez ha destacado el papel fundamental que tienen en su vida sus dos hijos. La venezolana siempre tuvo un “deseo ferviente” de ser madre, y lo logró durante su matrimonio con Bertín Osborne, durante el cual nacieron Kike Osborne, en enero de 2007, y Carlos Osborne, en noviembre de 2008. Separados por menos de dos años de diferencia, viven con su madre desde la separación de la pareja en el año 2021, y son uno de sus grandes apoyos. Gracias a ellos, en sus propias palabras, conoció el verdadero significado de la palabra amor. Recientemente, la colaboradora ha contado públicamente una importante conversación que tuvo con su hijo pequeño, que se encuentra en plena adolescencia.

Fue su madre quien se quedó con la custodia de ambos descendientes cuando Bertín y ella decidieron poner fin a su historia de amor de casi veinte años, de mutuo acuerdo y en términos amistosos. Los dos adolescentes, actualmente de dieciocho y dieciséis años de edad, viven con ella en su casa de Madrid, y pasan de vez en cuando tiempo con su padre. Kike y Carlos tienen, según sus progenitores, personalidades distintas y, fruto de la edad que atraviesan, en opinión de Martínez, están en una etapa en la que "ya no comparten tanto", aunque ambos coinciden en que “volverán a encontrarse” y en que el pequeño ha estado siempre volcado en los cuidados y atención de su hermano mayor, que padece una lesión cerebral desde su nacimiento.

En las últimas semanas, Fabiola ha compartido una importante escena que vivió con su hijo hace unos meses. La colaboradora ha publicado recientemente su primer libro, ‘Cuando el silencio no es una opción’, en el que, entre otros episodios de su pasado, se abre sobre los abusos sexuales que sufrió durante su infancia por parte de un tío suyo. Un ejercicio de honestidad y de denuncia, una llamada a la necesidad de poner sobre la mesa este tipo de situaciones y de que la sociedad tome responsabilidad al respecto. Un capítulo personal que, antes de hacer público, quiso contar a su hijo pequeño.

En la rueda de prensa de presentación de la obra, celebrada el pasado febrero en el Círculo de Bellas Artes de la capital, Martínez hablaba en profundidad sobre cómo fue este “difícil” momento de sinceridad entre madre e hijo, para el que se quiso preparar con profesionales y psicólogos. Fabiola se llevó de viaje a su benjamín, los dos solos, a República Dominicana. Finalmente, un día se armó de valor: “Quiero que sepas de qué va el libro, porque no quiero que te lleguen comentarios”, comenzó a explicarse. "Él al principio se quedó un poco impactado, su reacción fue darme un abrazo y hacer un poco como de protector", recuerda la de Maracaibo. Carlos le transmitió, además, que era muy valiente por contarlo.

"Fue un poco épico, muy bonito", confesaba sobre dicha escena, que acabó con madre e hijo bañándose en el mar en plena tormenta. "Ese momento de abrazarnos, de estar hablando y no sé qué, empezó a llover y entonces la dinámica fue natural, de repente, venga vámonos que nos estamos mojando, no sé qué, no sé cuánto, fue la primera vez que él se bañó en la lluvia”, revelaba su madre. Tiempo después, le volvió a plantear el tema, preguntándole directamente si lo había vivido y dándole números de las demoledoras estadísticas. Él le dijo que no, pero ella, preocupada por él, quiere volver a preguntarle por la cuestión pasado un tiempo. "Si él tiene información, sabrá cómo responder a ello", concluía.

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