Cuando solo tenía cinco años, Jennifer Lopez dio sus primeros pasos en el mundo del espectáculo, donde a sus 55 arrastra decenas de proyectos de renombre en la música o en el cine. Como consecuencia de los focos de su profesión, son numerosos los detalles de su vida personal que han salido a la luz a lo largo del tiempo, como su boda con Marc Anthony, celebrada en junio de 2004 en el propio domicilio de la artista para preservar su intimidad.
Cuatro años más tarde de su paso por el altar, llegaban al mundo los mellizos Max y Emme, que el pasado mes de febrero soplaban las velas de su diecisiete cumpleaños. Ahora, ha sido la última quien ha reaparecido junto a su madre en un día muy especial y en el que ha dejado evidencia de lo mucho que ha cambiado.
Este fin de semana se ha celebrado el estreno de Otelo de Shakespeare, protagonizada por Denzel Washington y Jake Gyllenhaal. Con motivo de la premiere, son varios los rostros reconocidos que se desplazaron hasta el Teatro Barrymore de Nueva York, como el de Katie Holmes, Joe Biden o Anna Wintour. Sin embargo, fue el de Jennifer el que acaparó todas las miradas por su inesperada compañía, la cual desvelaba unos minutos antes de su aparición a través de su perfil público, donde afirmaba tener “la cita más increíble”: la de su hija, Emme, que quiso permanecer al lado de su figura materna en la velada y que la última vez que se puso ante las cámaras fue en 2013, instante en el que también descubrió junto a la anterior su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Durante su paso por la alfombra roja, ambas posaron dejando evidencia de su estrecha conexión y además, deslumbraron con sus looks cuidados minuciosamente para la noche. En el caso de Lopez, optó por una coleta en clean look y un conjunto en tonos azules de Zuhair Murad Couture, con la parte superior recreando el torso desnudo de una mujer y una falda que también representaba a través de sus brillos la zona inferior del cuerpo.
Su descendiente, por su lado, prefirió lucir un traje de raya diplomática en gris con una corbata con destellos sobre una camisa en los mismos tonos neutros y unos mocasines negros. En el rostro, además, incorporó unas gafas redondas de pasta y varios piercing en las orejas, visibles por su corte de pelo mullet rizado.
Con las nuevas imágenes, la melliza de Max, que se declara persona no binaria, ha dejado ver lo mucho que ha crecido con el paso de los años y la seguridad que tiene a la hora de elegir una estética con la que pretende mostrar su impetuosa personalidad.
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