Hace unos meses, cuando Ainhoa Arteta era absoluta actualidad, a su hija Sara Croft no le quedó otra que romper su anonimato y dar un paso al frente para defender a su madre. Después de estar a punto de perder la vida a raíz de una sepsis que la tuvo en coma y por la que le amputaron varias falanges, la soprano copó titulares día tras día a raíz de su divorcio con Matías Urrea. Dos frentes abiertos sobre los que la protagonista optó por mantener el silencio y alejarse de la polémica en un momento en el que su salud era su absoluta prioridad.
Así lo ha verbalizado en su última entrevista para 'Mi casa es la tuya', donde la cantante ha ahondado sobre todos estos acontecimientos que han marcado su último año y que han provocado que la vasca tome una decisión de cara a su futuro más inmediato.
"Con esto que me ha sucedido me he replanteado mucho la situación en mi carrera. No solo quiero disfrutar con mi familia, también con amigas. Quiero disfrutar de la vida y no dejar de cantar por ello", le ha manifestado a Bertín Osborne, con el que ha asumido que el hecho de que le diesen tres horas de vida cuando estuvo hospitalizada le hizo variar su forma de comportarse.
Más allá de la fortaleza que ha demostrado en este último tiempo, lo que tiene claro es que parte de responsabilidad de que haya salido adelante es "de mi familia, mis hijos y mis amigos". Entre ellos está Sara, que tiene 21 años y que parece querer continuar el legado musical de su madre dedicándose al mundo artístico. Sin embargo, ser la hija de Ainhoa Arteta (que también es madre de Iker, de 12 años), no siempre ha sido fácil para su primogénita, que nació fruto del matrimonio de la soprano con el barítono Dwayne Croft, con el que estuvo desde 1998 hasta 2003.
"Mis hijos nunca me han reprochado el no pasar tiempo con ellos y, cuando alguna vez me he replanteado parar para estar más tiempo con ello, mi hija me ha dicho: 'Ni se te ocurra, porque yo no te concibo de otra manera, eres feliz cantando", ha desvelado en el programa de Telecinco, poniendo así en valor el respeto que le han demostrado en casa con respecto a sus obligaciones profesionales.
"Abiertamente ellos no me han reprochado nada", ha desvelado. La única ocasión en la que Sara Croft le hizo ver que su trabajo le estaba pasando factura fue cuando murió la madre de Ainhoa, a la que su hija estaba muy unida. "Se me agarró a la falda para que no subiera al escenario y no había manera de separarla. Arrancar a tu hija amargamente de tu falda y salir a cantar fue un momento que se me ha quedado grabado para siempre", ha contado.