Sandra Domecq falleció en 2004 tras varios años de lucha contra el cáncer. Su muerte dejaba un gran vacío en la vida de sus cuatro hijas, Alejandra, Eugenia y Claudia, fruto de su matrimonio con Bertín Osborne, y Ana Cristina, su cuarta hija de posterior relación con Fernando Portillo. Seis años después de aquello, sus hijas no han dejado de recordarla y, en una entrevista para la revista Lecturas, Claudia Osborne ha confesado cómo vivió y cómo ha podido superar aquel momento de su vida.
Y es que no es el único bache que ha vivido en estos años. La hija de Bertín, además de superar la muerte de su madre, ha pasado por dos depresiones y ha sufrido bulimia. Tras conseguir sobreponerse a todo esto, la joven ahora ejerce de coach y, en la entrevista al medio citado anteriormente, asegura que necesitó “mucho trabajo” para superar la muerte de Sandra: “La mayoría de las personas no lo hacen. Viven toda la vida un vacío. La gente tiene que saber que no hay por qué vivir así, desde el vacío y la melancolía”.
Claudia Osborne explica que su madre fue para ella “la persona que más me ha marcado en la vida”. Su valentía, su forma de empatizar y lo reflexiva y espiritual que era la convirtieron en su “inspiración”. “Todo eso ha evolucionado en que soy consciente de que yo soy mi propia madre”, asegura. Además de la huella que marcó su muerte, la hija del presentador se tatuó un corazón a modo de homenaje. “Me sirve para acordarme de la pregunta “qué querría mi madre para mi?” si debo tomar decisiones importantes”.
“Estuve medicándome durante un año y medio”, confiesa la joven en esta entrevista. La hija de Bertín visibiliza con sus palabras que "no hay que tener miedo a la medicación”, ya que cuando la ansiedad es muy grande la medicación salva vidas. “La terapia es lo más importante. Hay que ir el tiempo que necesites. Yo tengo mi psicóloga de cabecera y sigo yendo porque creo que es super importante”.
Esta “ansiedad” de la que habla Claudia terminó canalizándose en la comida, motivo por el que sufrió trastorno alimenticio que la llevó a estar en terapia durante muchos años. “Ahora mi relación con la comida es mucho más consciente. Ya es otra cosa, tengo una relación normal”