Hace cuatro meses que dio a luz a Camila. Desde entonces, el Instagram de Elena Tablada se ha convertido en testigo de la evolución de la segunda hija de la diseñadora, fruto de su matrimonio con Javier Ungría. Aquel día de mayo en el que dio a luz, todo cambió en su tablón. Ahora la naturalidad parece haberse convertido en un habitual en sus posts, donde la que fue pareja de David Bisbal nos ha ido haciendo partícipes de los pormenores de ser madre más allá de los cuarenta. Este embarazo (y sobre todo el posparto) ha sido muy diferente al primero. Pero el orgullo de madre sigue siendo el mismo.
Casi a diario podemos ver cómo va creciendo la pequeña Cam, nombre cariñoso por el que llaman a la recién nacida en casa de los Ungría Tablada. Ya estamos requeteacostumbrados a esos ojos azules y a esos mofletes de la "bebesita" de Elena. Sin embargo, la presencia de Ella, su hija mayor, es totalmente diferente, le obligó a no mostrar el rostro de la preadolescente en redes para proteger su intimidad. Una decisión ante la que la diseñadora siempre se ha manifestado en desacuerdo y que, a pesar de haber sido zanjada en los juzgados, parece seguir trayendo cola.
Es recurrente que, bicheando los comentarios de sus fans, nos topemos con más de una referencia a la no visibilidad de la cara de la pequeña, de la que está separada este último mes por la custodia. "Cómo te extraño, mi sirenita libre y feliz", le dedicaba hace unos días en una publicación en la que alguno llegó a confundir a Ella con la propia Tablada. Horas más tarde, el hecho de que una de sus hijas estuviese pixelada y la otra no volvió a indignar a muchos. "Qué pena que no puedas ponerlas mas habitualmente y que se vea bien a la mayor", lamentaban.
Más allá de esta incómoda restricción virtual, ahora hay otra cosa que afecta a Elena Tablada. La separación temporal de su hija Ella no solo implica echarse mucho de menos. También implica que cuando vuelva a ver a su hermana Camila, que nació en abril de este año, el bebé cambie tanto de un mes para otro que cueste reconocerla. Pero el contacto telemático siempre está ahí: "Ya pasamos a sillita de niña grande! El tiempo no espera por nadie. Ella no se entera, pero yo sí... ¡Disfrutando cada día!"