FIV o IA son siglas que a unos sonarán, a otros de nada. Incluso después de saber que ellas se refieren a la inseminación artificial y la fecundación in vitro, las dudas en torno a este proceso al que se someten miles de personas cada día en España, son muchas. ¿Qué porcentaje de éxito tienen? ¿El doloroso el proceso? ¿Están incluidas en la Seguridad Social? ¿Cuánto valen? ¿Hasta qué edad pueden someterse a ella las mujeres y los hombres? Intentamos resolver, consultando con expertos, a estas preguntas frecuentes.
Según datos del Registro Nacional de Actividad 2017, dependiente del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar, que elabora la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), España se encuentra a la cabeza de Europa en tratamientos de reproducción asistida. Gracias a este tipo de técnicas, Fecundación In Vitro (FIV) e Inseminación Artificial (IA), principalmente, en el año 2014 nacieron 33.934 bebés.
En este artículo nos centramos en la segunda, la más natural y sencilla, a la que se puede acceder tanto a través de clínicas privadas como de la Seguridad Social, donde son gratuitas, aunque se deben cumplir ciertos requisitos que se resumen básicamente en dos: la mujer debe tener menos de 40 años y el hombre no debe superar los 55 en el momento de iniciar el tratamiento, y no tener hijos previos con la actual pareja.
En caso de cumplir con ambos requerimientos, se pasa a una lista de espera que, dependiendo de la comunidad autónoma puede ser de varios meses a dos años. La sanidad pública ofrece cuatro intentos para la inseminación artificial conyugal (IAC) y seis en el caso de necesitar semen de un donante (IAD). En el caso de la medicina privada, los precios varían de una clínica a otra, pero el coste medio en España se encuentra entre los 600 y los 1.400 euros, también dependiendo de si el semen es de la pareja o procedente de un banco de semen.
La IA es un tratamiento de reproducción asistida de baja complejidad, que consiste en la colocación de una muestra de semen (pareja o donante), previamente preparada en laboratorio, en el interior del útero de la mujer, a la que se somete a una estimulación leve del ovario (comprimidos orales o inyecciones subcutáneas) para controlar el crecimiento y maduración de los óvulos y por tanto, incrementar así el porcentaje de éxito. De esta manera se acorta la distancia que separa al espermatozoide del óvulo y se facilita el encuentro de ambos gametos. Este tipo de técnica es sencilla, rápida y prácticamente indolora pues no requiere ingreso hospitalario ni anestesia.
Las estadísticas establecen una probabilidad de embarazo en el caso de semen del cónyuge cercana al 15-25% en mujeres menores de 35 años, mientras que con donante asciende al 20-30%. Asimismo, se recomienda realizar al menos cuatro ciclos de inseminación y si no hay resultados positivos, se deberían evaluar otras opciones de reproducción asistida.
"La IAC, es decir con semen de la pareja o cónyuge, se indica en casos de factor masculino leve, anovulación o esterilidad sin causa determinada. Lo ideal es en mujeres menores de 38 años", señala la doctora Dalia Rodríguez, especialista en Medicina de la Reproducción del centro Dexeus Mujer de Barcelona . Por su parte, la inseminación con semen de donante, "se indica en mujeres sin pareja o con pareja femenina o en parejas cuando el hombre tiene azoospermia. No podemos indicar inseminación si no hay permeabilidad tubárica, ya que en esta técnica se deposita una muestra de semen dentro del útero en el momento de la ovulación y se necesita que el óvulo pase por la trompa de Falopio, o en factores masculinos severos", indica la especialista, que tampoco recomienda el tratamiento en mujeres de 40 años o más "porque la edad de la mujer se relaciona directamente con la calidad del ovocito", añade.
Esta técnica suele ser la primera recomendada por los especialistas en el caso de las parejas que no logran un embarazo tras un año de intentos. Es necesario descartar riesgo de posible infección para no contagiar a la pareja y al futuro bebé; también comprobar la permeabilidad tubárica de la mujer (histerosalpingografía o laparocospia), como señalaba la doctora, y la calidad seminal, mediante el recuento de espermatozoides móviles (REM).
El tratamiento para la inseminación artificial consiste, en general, en la administración de una dosis baja de gonadotropinas de forma subcutánea para conseguir el desarrollo de uno o dos folículos. Los controles son ecográficos y se realizan después de los cinco días de tratamiento, cada dos días, hasta observar un folículo de 18 mm. En ese momento, se administra otra hormona, la gonadotropina coriónica (hCG) para facilitar que se desprenda el óvulo, y la inseminación se realiza entre 36 y 40 horas después. Si se obervan tres o más folículos se suele aconsejar cancelar la inseminación por riesgo elevado de embarazo múltiple.
La inseminación artificial es una técnica indolora que se realiza en consulta. La paciente debe colocarse en posición ginecológica. Se coloca un espéculo y se introduce un catéter muy fino a través del cuello del útero. El cáteter va unido a una pequeña jeringuilla que contiene el semen. No es necesario que sea ecoguiada.
La inseminación artificial es intrauterina. La intratúbárica y la cervical no están indicadas actualmente. Solo la intravaginal y en casos especiales, cuando no es posible realizar la intrauterina.
¿Cuáles son los riesgos y efectos secundarios que puede tener?
Pese a que la ciencia ha permitido reducir el número de contratiempos relacionados con la inseminación artificial, se pueden producir algunas complicaciones como el síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO). En la inseminación artificial el riesgo de SHO es muy bajo porque la estimulación es muy suave. Cuando sucede en general es porque a pesar de haberse administrado una baja dosis hormonal, se produce un exceso de respuesta y entonces es preferible cancelar, indica la doctora Dalia Rodríguez. En el ciclo natural no hay riesgo de SHO.
También se pueden producir embarazos múltiples, aunque esta probabilidad se ha reducido mucho en los últimos años gracias a los esfuerzos de los especialistas por evitar estas situaciones, al igual que los embarazos ectópicos, cuyo porcentaje de riesgo se situaría en un 4%. En cuanto a los abortos, la especialista de Dexeus Mujer subraya que el riesgo es el mismo que en la gestación espontánea, de un 20%, aunque se incrementa con la edad materna. También son poco frecuentes las infecciones debido a lo riguroso de los protocolos de asepsia que cumplen a rajatabla en los centros, así como los efectos secundarios, que se reducen a pequeñas molestias en los casos de medicación y a un ligero sangrado tras la introducción de la cánula.
El coste de una inseminación artificial es más económico que el de los tratamientos de fecundación in vitro. Varía de los 400-500 euros en el caso de la inseminación conyugal, en la que los óvulos y espermatozoides son de la pareja, a los 1.400 euros, aproximadamente, cuando es necesaria una muestra de un banco de semen. A esto hay que sumarle la medicación para estimular el ovario y preparar el endometrio. Son muchos los centros privados que ofrecen precios especiales, promociones y descuentos a partir del segundo intento.