El próximo mes de diciembre se cumplirán seis años desde que Alberto y Charlène de Mónaco tuvieran a sus dos mellizos, Jacques y Gabriella. Su nacimiento llegaba una década después de que su padre tomara las riendas del Principado tras el fallecimiento de Raniero III, lo que conllevaría a que el varón se convertía en ese mismo momento en el heredero a la corona. Menos de un mes después, los dos hermanos harían su primera aparición pública en el balcón del Palacio del Príncipe, mostrando al público cómo iban creciendo entre citas obligadas de la familia y otras salidas más informales. Pero fuera de estos actos, la cuenta oficial de Instagram de su madre se ha convertido en el gran escaparate de los momentos familiares y muestras de cariño que comparten. La esposa del príncipe no muestra ningún tipo de reparo a la hora de reflejar alguno de las escenas que pertenecen a su ámbito más privado.
Esta misma semana Charlène ha publicado la última fotografía de ambos. Los mellizos aparecen abrazados –demostrando la gran complicidad que existe entre ellos- y vestidos de una forma muy elegante. Mientras que Jacques viste con una especie de abrigo negro que combina con lo que podría ser una camisa blanca, su hermana Gabriella luce un vestido beige que cuenta con detalles de encaje y una diadema de terciopelo color granate. El pequeño se muestra muy sonriente y con desparpajo mirando fijamente a cámara frente a su hermana, que prefiere agachar la cabeza con cierta timidez.
A través de este perfil, la Príncesa de Mónaco ha encontrado la forma perfecta para compartir su álbum familiar más íntimo y así acercar –a la par que modernizar- la institución a los ciudadanos a los que representa. Por ejemplo, a principios de este mismo verano subía a esta misma cuenta –donde cuenta con más de 180 mil seguidores- una fotografía de los dos pequeños en la playa para desear a todos unas “felices vacaciones”. Ambos parecen estar encantados de estar jugando en la arena y disfrutando del mar. A pesar de que ambos van protegidos del sol con una gorra y gafas, sus outfits destinan sus gustos: ella con una camiseta de la superheroína Wonder Woman y él con un conjunto lleno de tiburones.
Los mellizos han formado un tándem perfecto y no hay ninguna escena en la que no compartan gestos cómplices. A pesar de todo, sus padres siguen midiendo su exposición al detalle. Charlène confesaba en una entrevista que es consciente de que el entorno donde van a crecer sus hijos “no es el más natural”, siendo estas las razones obvias que emplea para protegerlos.
Mientras sus apariciones públicas sigan siendo a cuentagotas, los podremos ver a través de esta ventanita tan particular haciendo diversas actividades: practicando esquí, en sus primeros días de escuela, soplando las velas de cumpleaños de su padre, dando su carta de regalos a Papa Noel, jugando con animales o disfrutando simplemente de la inocencia que le otorga su infancia.