Lydia Bosch atravesó uno de los momentos más delicados de su vida el pasado verano. Y, por desgracia, tuvo que vivir esta pesadilla junto a Lydia de Buen, su madre. Ambas estuvieron “desde mediados de agosto hasta el 12 de septiembre” luchando contra “un COVID fuerte” que les hizo temer por sus vidas. Así nos lo hacía saber ella misma mediante sus redes sociales, donde reaparecía después de un tiempo ausente para anunciar que, después de varias semanas marcadas por la incertidumbre, ambas habían dado negativo y estaban recuperándose.
“La pesadilla que empezó el 18 de agosto, acaba de terminar”, así arrancaba el relato de fuerza con el que la catalana comunicaba que tanto ella como su progenitora habían vencido al coronavirus casi un mes después de contagiarse. “Desde el primer momento nos cogimos fuerte de la mano y no nos hemos soltado y así, siendo las dos una, lo hemos conseguido”, celebraba la actriz con una instantánea en la que aparecían sus mano entrelazadas.
“Han sido muchos los momentos de miedo por no saber cómo podía terminar esta ‘batalla’, pero gracias a Dios y a la vida, cada una de las decisiones tomadas nos han llevado a este momento de felicidad”, respiraba aliviada Lydia, que era consciente de que, a pesar de que les habían comunicado que sus PCR eran negativas y tenían “anticuerpos naturales específicos’ contra el virus, aún debían reponer fuerzas: “Ahora toca recuperarnos lo antes posible y ponernos fuertes para continuar disfrutando de la vida como nos gusta hacerlo a nosotras…. Así, de la mano”.
Pocos días antes de que sus marcadores inflamatorios se normalizaran, Bosch no podía ocultar su felicidad por su favorable evolución y, sobre todo, por la de su madre, que en diciembre soplará las velas de su 91 cumpleaños: “Prueba superada. Fuera bicho. ¡Qué suerte hemos tenido! ¡Qué suerte tengo!”, recalcaba emocionada.
Una experiencia que preocupó a sus tres hijos, que habrían estado muy pendientes de su salud: Andrea, fruto de su relación con Micky Molina, y sus dos mellizos con el arquitecto Alberto Martín, Ana y Juan, que acaban de estrenarse en la mayoría de edad:
"Me siento tremendamente orgullosa del equipo que formamos, de la familia que somos, de la unión que tenemos, de nuestra complicidad, de la confianza que tenemos para contarnos", recalcaba la mayor de los tres lo orgullosa que está del team que ha formado con sus dos hermanos. De Ana, por un lado, destacaba el don que tiene de hacer reír a la gente que tiene a su alrededor, "hasta cuando estamos tristes". Un rasgo de su personalidad que tuvo que ser muy necesario en esas semanas de miedo. Y, por otro lado, Juan, que es un chico "lleno de sensibilidad y de carisma" del que se sienten "tremendamente orgullosas" las mujeres de la casa.