2020 no ha sido fácil para nadie. Sobra enumerar los motivos. Pero las ganas de dar carpetazo a este fatídico año en el que el coronavirus nos paralizó son aún mayores para algunos, como en el caso de Máximo Huerta, que además de la pandemia le ha tocado enfrentarse a un complicado trance familiar que está relacionado con la salud de su madre, con la que guarda una relación muy especial.
Después de salir del gobierno de Pedro Sánchez, donde ocupó el cargo de ministro de cultura, el escritor pensó que en este año recuperaría esa ansiada normalidad de la que gozaba antes de ese tsunami mediático que supuso su paso por la política. Lo haría con un libro bajo el brazo, su octava novela en el mercado, a la que pondría de título 'Con el amor bastaba' y que se convertiría en un best seller. Sin embargo, a pesar de este éxito profesional, en pleno confinamiento le tocó cuidar a una de las personas a las que más quiere en el mundo, si no la que más.
Sus seguidores, que en Instagram superan los 300 mil, ya sospechaban que algo no muy bueno le estaba sucediendo a Máximo. Su preocupación de vez en cuando asomaba en sus apariciones públicas o en sus stories. Sus idas y venidas de Altea, su tierra, a Madrid, presagiaban malas noticias. Y tras un tiempo intentando guardarse el dolor para sí, Huerta ha hablado abiertamente de su situación en un acto para La Casa del Libro.
El también presentador ha asumido que, al ser un "año complicado" para todos, su intención no es quejarse "porque tengo esa luz". A lo largo de la pandemia, su madre Clara "ha estado en una burbuja" en la que él, su hijo, ha sido el encargado de cuidarla y mimarla. Ahora, su deseo para el año que entra lo tiene claro: "Que el tumor vaya bien, que no sea nada malo... No le pido nada más, me da igual todo".
Tener a su madre tan lejos de él en un momento tan crítico como el que vivimos cuando se declaró el estado de alarma el pasado 14 de marzo fue un quebradero de cabeza. Es una persona de riesgo y, al estar él en Madrid, no podría estar junto a ella durante un tiempo indefinido. Pero como todos, mayores y no tanto, Clara aprendió el maravilloso mundo de las videollamadas para estar un poco más cerca de su hijo Máximo.
"Acaba de pasar algo tan insignificante como MARAVILLOSO. Mi madre y yo hemos hablado por videoconferencia y nos hemos visto las caras después de semanas. Gracias a Juani, amiga, que le lleva la compra y le ha podido 'acercar' el teléfono por la ventana para que nos viéramos. Mi madre no tiene smartphone, apenas ve y usa uno de teclas grandes. Hoy ya es un día especial, algo bonito, algo para recordar. Algo tan sencillo como verte y saber que estás bien, mamá", le dedicó en un significativo post que hoy, ocho meses después, cobra un sentido aún más especial.