Pablo Motos saltó de la radio a la televisión sin saber cómo funcionaría un show semanal en el que combinaría ciencia, marionetas, humor y un sinfín de secciones dispersas. Una mezcla explosiva que terminó por emitirse a diario y a contar con invitados que acuden al plató para promocionar sus proyectos y a entregarse a las ideas de los colaboradores durante una hora. Pese a que en la actualidad se codea con estrellas internacionales y está al mando de la propia productora que realiza este programa, ganando con ello ingentes cantidades de dinero para poder vivir tranquilo en su exclusivo piso en el centro de Madrid, sus orígenes en Requena fueron “humildes no, lo siguiente”.
En una entrevista con Bertín Osborne, en la que recordaba su infancia y cómo había sido su trayectoria personal y profesional hasta conocer el éxito en la pequeña pantalla, Pablo comentaba que en su casa “no pasábamos hambre, pero comíamos hervido”. Su progenitor llegaba a tener cuatro trabajos para sacar adelante a su familia y su madre, Amelia Burgos, compaginaba los cuidados de sus dos hijos con su puesto laboral. “Mi padre trabajaba por la mañana de cocinero en el hospital de Valencia La Fe. Por la tarde trabajaba en una fundición. Y luego, los fines de semana íbamos a vender él y yo, porque yo hacía de niño que da pena, y vendíamos revistas de ganchillo”.
La infancia y adolescencia de Motos estuvo marcada por su rebeldía. Actitudes que le hicieron pasar largas horas encerrado en el trastero de su casa. “Desde niño he sido particular”, empezaba a relatar una de sus gamberradas en una reciente charla con Cristina Pardo. “Todos mis vecinos ya tenían tele en color. Entonces yo había visto que Miliki, Fofó y Fofito llevaban un traje que era rojo y en mi casa era gris. Entonces dije: yo esto lo tengo que arreglar, voy, tiro la tele, mi padre me pega 30 segundos y compran la tele. Y eso fue lo que ocurrió”.
“Nuestros padres no sabían qué hacer con nosotros”, garantizaba entre risas en este mismo programa, donde hablaba como nunca sobre su familia. Con su desconocida hermana, Pepa Motos, un año mayor que él, mantiene una excelente relación, aunque cuando eran tan solo dos niños estaba basada en continuas travesuras. “Éramos dos gansos. Teníamos un sistema en el que se valía hacer cualquier broma, y esto nos tenía a los dos muy despiertos”. Un comportamiento que da respuesta a la pregunta de por qué no ha tenido descendencia propia con su mujer Laura Llopis: “Lo lógico es que la vida me devuelva un niño parecido al que yo fui y tampoco hay necesidad”.
A pesar de compartir código en casa, en el colegio ambos eran muy diferentes: mientras que Pablo era “el último de la fila en clase” su hermana era la que “sacaba buenas notas”, pero al final del curso “tocaba la guitarrita y los maestros me hacían caso”, explicaba cómo sorteaba los cursos. “Era la que sacaba buenas notas, pero yo al final del curso ganaba”, afirmaba a Bertín.
Sus primeros pinitos en la radio no fueron bien vistos por su padre porque “no era un trabajo serio”. Sin embargo, siempre contó con libertad para hacer lo que quisiera y con el apoyo de ambos en sus decisiones. Al empezar su andadura frente a las cámaras, ellos estaban tan “orgullosos de que saliera en la tele” que presumían de ello por el pueblo. Tanto es así, que contó con su madre como colaboradora en su propio programa. “Es una humorista… hace unos chistes que un guionista normal necesitaría horas para sacar un chiste así de bueno”.
Hace muy pocas semanas, Pablo Motos dio positivo en coronavirus y Nuria Roca tuvo que ponerse al mando de su programa después de 15 años sin ausentarse de su puesto de trabajo. El comunicador no había fallado a su cita diaria ni los días en los que fallecieron sus padres. El de Requena confesaba a Cristina Pardo que lo hacía por puro compromiso personal y una lección que aprendió de su progenitor. “Él siempre decía que cuando un hombre da su palabra tiene que cumplirla siempre”.
Sin embargo, dos años después de la pérdida de Amelia, el humorista sigue sin asumir del todo sus pérdidas. “Lo de mi padre lo tengo bien gestionado, pero todavía no he superado lo de mi madre”, comentaba a su colaboradora. “Tengo un sueño recurrente que es que estoy soñando y de repente me llaman por teléfono y es mi madre. Entonces yo le digo: ‘pero mamá, si estás muerte’, y ella me dice: ‘sí, ¿pero qué tal?”. El productor reconoce que con su madre tenía una conexión muy especial y que aún “hay noches que me despierto llorando”.