Santiago Segura es uno de los directores de cine y humoristas más populares de nuestro país. Película que toca, película que se convierte en un auténtico taquillazo. En este contexto, sus últimos proyectos han contado con un pequeño matiz que se han diferenciado del resto. El cómico decidía compartir la gran pantalla en sus dos últimas películas con dos personas muy especiales: Sirena y Calma, sus dos hijas en la vida real, que han iniciado su carrera profesional en el mundo del cine de la mano de su padre. Ambas han demostrado que no es el único de la familia que tiene el talento suficiente para llenar las salas.
“La mayor solo quiere trabajar con su padre y mi hija pequeña está muy graciosa, está mal que yo lo diga, pero es que lo hace muy bien”, reconocía el cómico en una de sus entrevistas promocionales. Estas dos niñas son fruto de su relación con María Amaro, una maquilladora profesional que conoció durante el rodaje de Torrente en 1998, película con la que ganaría el Goya. A sus vidas llegaría su hija una década después de iniciar su historia de amor, Calma, que actualmente tiene 13 años, y un lustro completarían la familia con Sirena, que se ha convertido en “la estrella indiscutible” del Instagram de su padre.
Pese a que tiene únicamente 7 años, la pequeña de la casa cuenta con un desparpajo natural, una inocencia y una gracia frente a la cámara que le han convertido en toda una influencer. Sirena, que por ahora está encantada con su faceta como actriz, comparte con los miles de seguidores de su padre sus secretos de belleza, sus creaciones, sus vivencias, sus trastadas e incluso sus dotes para la música. “Es una youtuber en ciernes pero sin los conocimientos técnicos para hacerse un canal... aún así se graba todo el rato”, aseguraba en uno de estos post el actor.
Santiago ha desvelado, en más de una ocasión, el motivo por el que puso a sus dos hijas Calma y Segura: “Los nombres son por mi obsesión con que no me recordaran a ninguna compañera de clase, a ninguna actriz, a ninguna exnovia…”, confesaba el cineasta, que afirmaba que para la menor tenía otro nombre en mente que habría encajado más con su personalidad: “Reconozco que a Sirena no me dejaron ponerle otro nombre que se me había ocurrido, que era Salsa. Y yo creo que hubiera acertado totalmente, porque Calma es calma y Salsa hubiera sido salsa, porque es un demonio, la clásica niña gamberra. El famoso trasto”, desvelaba a La Voz de Galicia.
Gracias a estas películas, Santiago está más unido a las dos hermanas y, además, ahora que trabajan codo con codo pasan mucho más tiempo juntos, circunstancia con la que está encantado: “Ha sido un sueño para mí porque las adoro, se me cae la baba constantemente, soy un padre de esos enamorados de sus hijas, así que trabajar con ellas es un chollo”, manifestaba en este mismo medio. Compartir plano ha hecho que su relación sea aún más estrecha y que las dos conozcan desde dentro el oficio de su padre. “Me estoy malacostumbrando, ya te digo”, añadía.