La familia Bono Rodríguez siempre han permanecido unidos, incluso después del divorcio de sus padres, el expresidente del Congreso José Bono y Ana Rodríguez, hace ahora 13 años. Amelia, Ana, José y Sofía son los cuatro hijos del matrimonio que duró casi tres décadas y es usual verles reunidos celebrando eventos familiares y disfrutando de sus vacaciones estivales. Si bien es cierto que los tres hijos biológicos están acostumbrados a copar titulares de la prensa rosa; la más pequeña de todos, adoptada en Chile cuando corría el año 2001, estaría aún digiriendo que la crónica social muestre interés por algunos aspectos de su vida. La joven tiene 20 años, que está siendo actualidad tras dar a conocer en redes a su actual novio, quiso hablar sin tapujos sobre su adopción con Vanity Fair y el diario chileno La Tercera.
Su historia comienza cuando sus padres biológicos decidieron dejarla en la Casa de Acogida para Lactantes, en Providencia, cuando tenía tan solo cuatro días de vida. Dos meses después de ingresar, sus ángeles de la guarda la sacaban de allí para que formara parte de su familia. "Llegaron a Chile y se quedaron a prueba. Para ver cómo me cuidaban, por temas burocráticos y tal. Para poder realizarse la adopción tenían que estar seguros de que la familia que me adoptase me iba a cuidar bien. Estuvieron conmigo un mes. Y ya nos volvimos a España", recordaba Sofía cómo fueron sus primeros días con sus padres adoptivos.
Tras su breve estancia en Chile, el exministro de Defensa y su por aquel entonces mujer regresaban a nuestro país con la pequeña. En el aeropuerto de Barajas estaban esperándola con los brazos abiertos, y la misma ilusión que sus progenitores, sus tres hermanos: Amelia, Ana y José, 19, 18 y 16 años mayores que ella, respectivamente. Con su llegada dejaba atrás tres meses de vida en el que estuvo atendida por tres cuidadoras chilenas que tiene previsto visitar en cuanto la pandemia lo permita: "Es de las cosas más importantes que tengo pendientes. Ir allí. Conocer el Estadio Español. Hablar con mis cuidadoras. Solo las conozco por las fotos. Mi padre sí ha hablado con ellas en alguna ocasión. Y cuando vaya las quiero conocer. Y me gustaría recorrer Chile entero, de punta a punta".
Sofía tiene pendiente este viaje que la transporte de nuevo a sus orígenes, pero allí no intentará dar con el paradero de sus padres biológicos para exigirles una explicación. "No los quiero encontrar. Ni me ha llamado la atención saber por qué me dejaron. No tengo nada de rencor. Al revés, me han hecho un favor", rechaza con rotundidad esa posibilidad.
Un deseo de regresar a su tierra natal que se transformó en una promesa con José Bono que cumplirán en cuanto la situación sanitaria lo permita: "Siempre he tenido un cariño a Chile. Yo soy de ahí, esas son mis raíces y he estado muy atada en ese sentido. Me siento ciento por ciento chilena. Soy parte de ellos, aunque no haya vuelto desde entones. Para mí es una de las partes más importantes de mi vida, es el comienzo de mi historia".
Lo curioso es que muchos creen que es el vivo retrato de José Bono: "Me hace gracia la cantidad de veces que me dicen que soy igualita a mi padre. Yo creo que son las expresiones las que nos igualan". Pero nunca ha ocultado su condición. "Sin saber lo que era la palabra adopción, yo ya decía: 'Hola, soy Sofía, y soy adoptada'. Me lo inculcaron desde pequeña de una manera muy natural. Mucha gente lo tiene como un tema tabú y hay amigos que me reconocen que nunca se ha atrevido a preguntarme", confiesa la joven, que siempre ha llevado esto por bandera: "Cuando algún niño me decía 'ah, eres adoptada', no me hería. Yo contestaba 'a mucha honra, yo encantada'. [...] Jamás me he sentido mal, jamás me he sentido menos parte de mi familia por ser adoptada, por no ser de la misma sangre", recalca.