Alfonso Díez se convirtió en uno de los grandes apoyos de la duquesa de Alba en sus últimos años. El funcionario de profesión y Cayetana, una de las personas con más influencia de este país, se conocieron en 2008. Lo suyo comenzó como una bonita relación de amistad y acabaron pasando por el altar el 5 de octubre de 2011 en un enlace que les costó mucho llevar a cabo y, sobre todo, que fuera aceptado por los hijos de la Duquesa.
La pareja coincidió en el Palacio de Liria de Madrid cuando ella todavía estaba casada con Jesús Aguirre. Luego, volvieron a quedar para ir al cine y comenzaron a pasar cada vez más tiempo juntos. Al poco, lo suyo se convirtió en una historia de amor que sorprendería a todos. No fue hasta abril de 2010 cuando confirmaron su noviazgo. A partir de ese momento comenzaron a pasear su amor por distintas ciudades como Madrid, Sevilla o Ibiza.
El enlace tuvo lugar en el Palacio de Dueñas donde su hijo, Carlos, duque de Huéscar, le acompañó al altar. A la cita faltaron su hija Eugenia, que estaba ingresada por un brote de varicela, y Jacobo, quien decidió no acudir. Cayetana lució un vestido rosa palo de Victorio y Lucchino, diseñadores sevillanos y muy amigos de la familia. Eso sí, uno de los momentos que más se recuerdan fue el baile que se marcó la duquesa enfrente de toda la prensa, dando prueba de que se encontraba en perfecta forma física.
A pesar de todo, a mediados de 2014, la duquesa sufrió varios problemas de salud. La neumonía que padecía se complicó y fue internada en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Sagrado Corazón de Sevilla. Tras esto, sus hijos decidieron sacarla del centro hospitalario y trasladarla al Palacio de Dueñas, donde acabó falleciendo el 20 de noviembre de 2014, a los 88 años. A su lado estuvo su marido, Alfonso. Es más, una de las coronas más especiales, que descansaban junto a la duquesa el día de su funeral, rezaba ‘No sé si te he sabido decir lo que te he querido, lo que te quiero y lo que te querré’. Y estaba firmada por su marido.
Desde que la duquesa falleciera, Alfonso decidió, aún más, retirarse a un segundo plano. Así, sus apariciones han sido contadas. De profesión funcionario de la Seguridad Social, la herencia de la duquesa de Alba fue uno de los quebraderos de cabeza de la familia. Es por eso que Alfonso no dudó ni un momento en renunciar a la pensión, los títulos, el usufructo y a todo tipo de reconocimientos que recibiera una vez muerta Cayetana.
Aún así, recibe 3.000 euros al mes de pensión vitalicia, con el único objetivo que pudiera ‘vivir dignamente’. Además, también tiene 2.000 euros que le corresponden por su labor como jubilado del INSS. También, como viudo, le correspondería el tercio de libre disposición de la herencia personal de Cayetana.
Lo cierto es que, como ya hemos comentado, el objetivo de Alfonso ha sido siempre llevar una vida de lo más discreta. Por eso, vive en un piso de unos 200 metros cuadrados en el barrio de Chamberí que compró en 2016 después de vender su anterior residencia.
Fue hace unas semanas cuando Alfonso volvió a aparecer y lo hizo por una buena causa. Se dejó ver por la presentación de +Family, un servicio integral de apoyo y acompañamiento a las familias de personas con necesidades especiales. Esta se ha puesto en marcha gracias a la Fundación Bertín Osborne.
Fue en el evento donde Alfonso se reencontró con una gran amiga, la infanta Elena. Además, llamó la atención su apariencia física y, sobre todo, de su rostro, más rejuvenecido. Parece ser que el marido de Cayetana de Alba se ha sometido a algún que otro retoque estético como puede ser un lifting para decir ‘adiós’ a las arrugas y las flacidez. También, podría haberse realizado una blefaroplastia o le habrían infiltrado bótox.