Rossy de Palma es una de las actrices más conocidas de nuestro país y también a nivel internacional. Ha sido chica Almodóvar, icono de moda y musa de Jean Paul Gaultier. Una diva que no ha tenido una vida fácil y que ha intentado, y conseguido, que sus hijos crecieran alejados y protegidos de su fama.
Gabriel y Luna tienen en su madre un gran ejemplo a seguir, una mujer fuerte que no dudó en hacer las maletas y regresar a España con ellos cuando la relación con el padre de ambos comenzó a tornarse violenta, tal y como la propia actriz reveló a Jesús Calleja en su programa.
“Cuando estás en la supervivencia no estás para pensar si eres feliz o infeliz. Estás para salir de ahí. Mis hijos me daban mucho fuerza y yo quería estar bien para ellos”, reveló sobre el tiempo que compartió con él en París, donde estaba trabajando cuando le conoció.
“Tuve miedo y me vi a mí misma desde arriba. Tuve que ir al hospital y una señora que ayudaba a mujeres maltratadas me dice que lo que tenía que hacer era cambiar la cerradura de mi casa, coger a mis hijos, que eran muy chiquititos, y marcharme para Madrid… y eso es lo que hice”.
De esa relación Rossy se llevó muchas cosas malas, pero también a sus dos hijos, que para ella son una de las mejores cosas que le han pasado en la vida. Gabriel, a quien llamó así porque es un nombre que se pronuncia parecido en varios idiomas, nació en 1998. Un año después nacía Luna.
Gabriel toca el piano y le apasiona dibujar, también estudia Cine, algo de lo que haló hace tiempo en un reportaje para Harper’s Bazaar, para la que posó junto a su hermana. “Es lo que hago sin parar desde que era pequeño. Me produce mucho bienestar y no lo hago para mostrarlo sino para mí. Estudio Cine porque creo que me ayudará a contar lo que quiero contar, que igual acaba en un cómic”.
Luna considera que además de hermanos son amigos, y en esa misma entrevista no ocultaba la gran admiración que siente por su hermano mayor. “Yo soy la colega pesada que se intenta hacer la cool y él es el que es cool sin querer”, afirmaba sobre Gabriel. Ella se matriculó en Humanidades y Comunicación Digital, toca el violín, canta, pinta y ha hecho sus pinitos como modelo.
Ambos comparten intereses, pero también un gran respeto por su madre, para quien solo tienen palabras buenas. Ella se encargó de criarles, el contacto que han tenido con su padre ha sido mínimo y sobre todo una vez que ya han sido ambos adultos.
Han heredado la pasión de su madre por la belleza y la moda, pero cada uno tiene claro que quieren seguir su propio camino, sin tener que cargar con el peso extra que supone ser hijo de una de las divas más reconocidas y admiradas del país.