La muerte de Lola Flores no fue fácil para nadie. Ni sus seguidores ni sus familiares estaban preparados para que llegara ese fatídico momento. Fue en mayo de 1995 cuando La Faraona dijo ‘adiós’ a este mundo desde su casa de La Moraleja, en Madrid. Más de veinticinco años antes, le habían detectado un cáncer de mama. Desde ese momento, arrastró una infinidad de operaciones y tratamientos y, además, se negó a que le quitaran un pecho.
A pesar de todos los esfuerzos de los médicos, Lola acabó falleciendo, a sus 72 años. Fue un momento especialmente complicado, sobre todo para su hijo Antonio, quien se encontraba viviendo una de las etapas más delicadas de su vida. Su capilla ardiente fue situada en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, situado en la Plaza de Colón.
Hasta allí se trasladaron sus fans para darle el último adiós a una cantante que marcó a toda una generación. Por allí pasaron unas 150.000 personas. En el lugar, se instaló el ataúd abierto y La Faraona lució una mantilla blanca. Luego, fue enterrada en el cementerio de La Almudena. Lo cierto es que el entierro se convirtió en todo un evento público, donde se congregaron una infinidad de personas. Y, además, fue retransmitido a través de televisión con una gran audiencia.
Fue desde la plaza de Colón donde salió todo el cortejo fúnebre y al que siguió decenas de miles de personas. Además, sus admiradores no paraban de gritar ‘guapa, guapa’ o ‘Lola, Lola’. El cuerpo fue acompañado por doce furgonetas que estaban cargadas de coronas y ramos. Su hija, Rosario, apenas se podía tener en pie del disgusto, aunque sí que tuvo fuerzas para lanzar un cariñoso beso a todos los fans de su madre. Además, cuando el féretro fue introducido en la lápida, el cantaor Pepe de Triana entonó La Zarzamora.
Eso sí, se produjeron dos grandes ausencias durante el funeral de la cantante. Entre ellas, una de las más importantes fue la El Pescaílla, marido de Lola Flores. Algunos medios apuntaron que el cantante estaba tan afectado por la situación que no se vio preparado. Al igual que Antonio Flores, quien lloró la ausencia de su madre, pero en privado. Eso sí, no faltaron grandes amigas de Lola como Carmen Sevilla, Rocío Jurado, Marujita Díaz y Paquita Rico.
Una de las imágenes que más llamó la atención fue la lápida rodeada de claveles rojos. Habían sido todos sus fans quienes habían llevado miles de flores y coronas, que dejaron Madrid sin apenas existencias.