El amor puede surgir en cualquier momento y en cualquier situación. Y aunque hablar de cuentos de hadas y de finales felices puede ser un tópico, en muchas casas reales esto ha sido una realidad. Desde hace muchísimos años, las historias de amor que han surgido entre príncipes y princesas, reinas y reyes y personas de la alta jerarquía y plebeyos se han convertido en libros, en arte y en referencia, en general.
Así, nos podemos encontrar con historias increíbles, amores prohibidos y finales felices que han surgido dentro de las paredes de un castillo. Aunque muchas de ellas puedan parecer sacadas de la imaginación de cualquier escritor, en la mayoría de ocasiones, la realidad supera a la ficción. Pero, ¿cuáles son estas historias de amor que han surgido dentro de las casas reales?
Probablemente una de las que más se recuerde sea la protagonizada por Grace Kelly y Rainiero de Mónaco. Ambos se conocieron en una sesión de fotos para la revista ‘Paris Match’ en el Festival de Cannes de 1995, y por aquel entonces, Grace era una importante actriz que triunfaba en Hollywood. Lo que muy pocos podían haber averiguado es que lo suyo se convertiría en amor y que ambos protagonizarían la llamada ‘boda del siglo’, como así la bautizó la prensa.
La ceremonia tuvo lugar en la catedral de Montecarlo el 19 de abril de 1956 ante la presencia de 700 invitados. Entre ellos, se encontraba Ava Gardner y Cary Grant, así como miembros de todas las realezas europeas. Para ese día tan especial, la novia se decantó por un espectacular vestido realizado con 22 metros de tafeta de seda y encaje de Bruselas de más de 125 años de antigüedad. Lo cierto es que nadie se esperaba que el amor triunfara entre una pareja tan dispar. Aunque su historia se tiñó de negro en 1982, con la muerte de Grace Kelly en un accidente de coche.
El amor también triunfó en Inglaterra en 1947. Pero, ocho años antes, la reina Isabel se había enamorado, con tan solo 13 años, del príncipe Felipe de Grecia y comenzaron a mandarse cartas en secreto. Este amor acabó en boda, aunque no sin controversia, ya que Felipe, aunque era príncipe, no tenía fortuna. Además, era griego ortodoxo y tres de sus hermanas estaban casadas con nobles alemanes con relaciones nazis. Por ese entonces, este era un tema bastante delicado, ya que estaba muy reciente la Segunda Guerra Mundial.
Al contraer matrimonio, el duque de Edimburgo tuvo que renunciar a sus títulos nobiliarios griegos, se tuvo que convertir al anglicismo y no invitar a sus familiares alemanes. Además, la ceremonia fue especialmente austera y la, por aquel entonces, princesa tuvo que usar cupones de racionamiento para conseguir la tela necesaria para hacer su vestido de novia, que fue diseñado por Norma Hartnell.
También, en Londres, se desarrolló una de las historias de amor más complicadas y especiales que conocemos. Por aquel entonces, durante la II Guerra Mundial, el príncipe Bertil, el tío del actual Carlos XVI Gustavo de Suecia, se había trasladado hasta allí como miembro del cuerpo diplomático de su país, ya que trabajaba en la embajada de Suecia. En el club Les Ambassadeur, uno de los más conocidos de la época, conoció a la galesa Lilian May Davies en 1943. La joven trabajaba en una fábrica de radios y era voluntaria en un hospital. También, hacía sus intervenciones como actriz y modelo.
Lo suyo fue un auténtico flechazo. Pero el hecho de que él formara parte de una casa real y ella estuviera casada impedían que se fueran juntos. Tras el fin de la guerra, Lilian solicitó el divorcio de su marido para poder casarse con el príncipe. Para ello, Bertil tenía que renunciar a sus poderes dinásticos. Todo se torció cuando el príncipe heredero falleció en un accidente de avión, dejando al país sin un claro heredero. Así, el padre de Bertil le convenció para que no renunciara a sus poderes dinásticos hasta que su sobrino, que por aquel entonces tenía un año, pudiera reinar. Esto llevó a la pareja de novios a ocultar su romance para vivir en paz.
De esta forma vivieron 31 años. Juntos acudían a los eventos más importantes, pero evitaban que se les viera o se les fotografiara juntos. Finalmente, en 1973, tras 30 años de noviazgo, la pareja se dio el ‘sí, quiero’. Su sobrino ya había cumplido la mayoría de edad y estaba listo para reinar. Por ese entonces, el príncipe Bertil tenía 64 años y ella, 61. Lo cierto es que su propio sobrino siempre mantuvo una relación muy buena con su tío y no le hizo renunciar a sus derechos dinásticos.
Finalmente, el príncipe Bertil falleció en 1997, a los 84 años, mientras que la princesa Lilian vivió hasta los 100 años. “Nunca me arrepentiré de haber cedido el trono a mi sobrino, porque Lilian y yo nos amamos desde el primer día y así tenía que ser”, confesó Bertil en más de una ocasión.
Otra historia de amor que recordaremos siempre, aunque no exactamente por romántica, es la de Diana Spencer y Carlos de Inglaterra. Diana creció en una familia acomodada en un lujoso palacio en Inglaterra. Pero antes de cumplir los 17 años decidió mudarse a Londres y compartir piso con algunas amigas. Con apenas 16 años conoció al príncipe Carlos, trece años mayor que ella, y el 29 de julio de 1981 pasaron por el altar, en una de las bodas más multitudinarias de la década.
De su matrimonio nacieron William y Harry. Lo cierto es que desde su noviazgo siempre se rumoreó que había otra mujer en la vida del príncipe Carlos, pero la confirmación de la infidelidad no llegó hasta 1995, cuando Diana dio una entrevista en televisión, con su matrimonio ya roto, donde explicó que en su relación había tres personas.
Diana confirmó que su esposo le había sido infiel y ella también habló de sus romances extraconyugales. Así, la pareja se divorció un año después y Diana falleció en un accidente de coche en 1997. La segunda mujer en cuestión era Camilla Parker Bowles quien, en el pasado, había mantenido una relación con el príncipe Carlos. Se comentó que nunca dejaron de verse, a pesar de que ambos tenían sus propias parejas. En 2005 se dieron el ‘sí, quiero’ y, actualmente, Camilla posee el título de duquesa de Cornualles.